Manuel del Rosal García

Toro de la Vega, arquetipos, folclore y la desintegración de España

Toro de la Vega, arquetipos, folclore y la desintegración de España
Manuel del Rosal García. PD

Arquetipo.- Imágenes o esquemas congénitos con valor simbólico que forman parte del inconsciente colectivo.

Folclore.- Conjunto de creencias, artesanía, canciones y otras cosas semejantes de carácter tradicional y popular.

Nos quieren matar los arquetipos, estos mediocres nos quieren desintegrar como pueblo, nos quieren hacer olvidar nuestro folclore, nos quieren tabular, quieren plastificarnos el alma y codificarnos con códigos de barra…y lo van a conseguir.

Lo van a conseguir ante la inoperancia derivada de la cobardía, de la falta de coraje y de la ausencia de inteligencia de quienes ocupan los cargos que podrían impedirlo, lo van a conseguir.

Quieren hacer de nosotros homúnculos sin sentimientos, sin médula, sin tuétano, sin raíces, sin historia, sin ancestros, sin tradiciones, sin sangre, sin personalidad; una masa amorfa, dócil, dúctil y maleable; un montón de cera moldeable a sus doctrinas que se resumen en una doctrina única, laica, cartesiana, fría donde no tiene cabida la humanidad…y lo van a conseguir.

Es de libro que cuando se quiere destruir una nación basta con destruir sus pilares: religión, costumbres, folclore, arquetipos, identidad, creencias, familia, historia. Hacer que desprecien su propia cultura barriendo los símbolos patrios, el lenguaje, todo lo que les identifica como pueblo.

Una vez aniquilado todo lo que hace que ese pueblo se diferencia de los demás, habrán destruido la nación. Así, un pueblo perdido, sin norte, sin identidad será llevado mansamente hasta donde los interesados en su desintegración quieran llevarlo: Al SUCIDIO COMO PUEBLO.
El toro de la Vega es una tradición con 500 años de historia que los ciudadanos de Tordesillas llevan pegada en su piel y viva en su corazón.

Como los San Fermines en Pamplona, las Fallas en Valencia, la Semana Santa en toda España, la Pasión de Esparragera, la Tamborrada en San Sebastián, la Tomatina de Buñol, la Feria de Abril en Sevilla, las Fiestas de Moros y Cristianos en Alicante, la Romería Vikinga en Catoira, la Semana Grande de Bilbao, los Carnavales de Cádiz y Canarias, San Isidro en Madrid y un larguísimo etcétera que da identidad a España y a los españoles para lo bueno y para lo malo, una identidad que nadie tiene derecho a arrebatarnos en nombre de doctrinas falsas basadas en falsa tolerancia, en falsos sentimientos apoyados en lo políticamente correcto y en la hipócrita preocupación por el daño que, dicen, causa.

Son los mismos y las mismas que tendidos en el suelo y pintarrajeados con pintura roja, lloran el sufrimiento del toro mientras permanecen impasibles y callados, cuando no participan de la masacre que todos los años arroja la escalofriante cifra de 100.000 abortos, es decir de 100.000 muertes de inocentes que esperaban salir a la vida y tener las mismas oportunidades que tuvieron quienes, al no haber sido abortados por sus madres, viven para defender y practicar el aborto.

Pero, claro, la sangre del feto que, en el claustro materno, espera salir a la vida, no tiene valor frente a la sangre del toro alanceado de Tordesillas. Son los mismos y las mismas que no se percatan de que son indecentemente manipulados por quienes quieren destruir nuestros valores, nuestras costumbres, nuestra religión, nuestro concepto de la vida, de pueblo, de nación. Porque, convénzase de una puñetera vez; el toro de Tordesillas y todos los toros del mundo, les importan una mierda, lo que buscan sirviéndose de la gente que se deja manipular fácilmente, es destruir los signos de identidad de España para desintegrarla como pueblo, como nación. Una vez conseguido esto, implantar una doctrina sectaria les va a costar muy poco.

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