Santiago López Castillo

Versión doble de Zapatero

Versión doble de Zapatero
Santiago López Castillo. PD

Ya decía usted, o sea, servidor, que Pedro Sánchez era un zapaterista cum laude, es decir, un peligro público nº 1. Loco por el poder, ambicioso sin límites, este empleado de la planta de caballeros de El Corte Inglés sigue los pasos del indigente cultural que le precedió. Y vuelve a decir con otras palabras «que os daré cuanto me pidáis». ¡Cuánto quebranto nos produjo el inane ZP! Un estatuto secesionista admitiendo el reconocimiento de «nación» y todas las prebendas habidas y por haber. De ahí que el tal Iceta, otro fútil de la política, se sumara a las huestes nacionalistas de Cataluña contra las decisiones del Tribunal Constitucional, que, dicho sea de paso, pinta menos que un sombrajo y cuyos dictámenes los sediciosos se los pasan por el forro de los cojones.

No es de extrañar, habida cuenta de que el PSOE (nada de Obrero ni Español) es un elemento más para destruir España. Reléase la historia reciente de nuestra nación y sabremos quiénes provocaron la guerra civil, que no fueron otras que las hordas socialistas y comunistas, el Frente Popular, cuya reedición está en puertas, asomando la coleta. Estamos viviendo, pues, tiempos de revolución, anarquismo -la FAI (Frente Anarquista Ibérico) no llegaría a tanto- y únicamente hay un solo culpable: Franco, el que mató a Manolete, el que hizo la Seguridad Social, la clase media, las casas devastadas, los pantanos, la paga del 18 de julio… Fue cuando mi santo padre, militar de alta graduación, me llamó «rojo» porque yo ya estaba metido en el lío político, como profesional del periodismo, y le decía que el comunismo se había infiltrado en las filas del Ejército.

El panorama que se advierte es más que preocupante. Todo es agitación y propaganda anarquista. Los antisistemas, como asimismo se autodenominan. Tienen tomadas las calles, las instituciones, rebrota la kale borroka, la algarada, el ideario de Lenin se cumple a rajatabla: corrompa a la juventud y déle libertad sexual; infíltrese y después controle todos los medios de comunicación; divida la población en grupos antagónicos; destruya la confianza del pueblo en sus líderes e instituciones; promueva huelgas… para concluir diciendo: «La democracia es una lacra de la burguesía». Cuánto malo están haciendo las Colaus, Carmenas y Pablo Iglesias. Y lo asombroso es que generaciones de ancianos y jovenzuelos asamblearios se apuntan al carro de esta caterva de bárbaros y radicales. Entre tanto, el huero Sánchez se frota las manos por ser un podemita más con tal de verse en el sillón de la Moncloa. Estamos, pues, ante la versión corregida y aumentada del zapaterismo.

En el mar de la mentira, dice el refrán ruso, sólo nadan peces muertos, y no es el error sino la mentira lo que mata el alma.

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