Manuel del Rosal García

Socialhipócrita

Socialhipócrita
Manuel del Rosal García. PD

Tras una noche de sueño intranquilo, esa mañana, Gregorio Samsa se despertó transformado en un repugnante y mostruoso insecto.

Así comienza La metamorfosis de Kafka, sin lugar a dudas su novela más conocida. De la noche a la mañana Pablo Iglesias ha sufrido una metamorfosis descomunal y se ha transformado en socialdemócrata; para ello le ha bastado colgarse una corbata, que no anudársela, de tal forma que más que corbata figura un delgado y lánguido fular.

El señor Iglesias quiere ahora aparecer a nuestros ojos como socialdemócrata, pero a lo más que llega es a socialhipócrita, socialmentiroso, social manipulador, socialcomunista, socialdictador, sociladéspota; y pongo por delante lo social porque, sí que mira a la sociedad, pero mira a ella para servirse de ella, para manipularla, para utilizarla torticeramente, para manejarla a su antojo, para venderla o comprarla según el momento y su interés.

Al señor Iglesias solo le hace falta un habano en los labios y un uniforme color caqui para mostrar su verdadero talante: el de un déspota caribeño parecido al patriarca de Gabriel García Márquez en «El otoño del patriarca».

El señor Iglesias, igual que el patriarca de García Márquez, utiliza a las personas para servirse de ellas y, una vez le han servido, deshacerse de ellas sin contemplaciones; como ha hecho con Pedro Sánchez y con Garzón y con algunos de sus mismos conmilitones; y como hará con todos los que, aquejados por una enfermedad que tendrán que estudiar los sanitarios, le han votado y le van a votar al creer en sus novelerías, teatros y pantomimas. El señor Iglesias es suave y meloso en la palabra y en el gesto, pero implacable a la hora de actuar.

Esconde su verdadera afiliación política y sus intenciones tras de esa carita de niño que nunca ha roto un plato, pero que está dispuesto a romper hasta los cimientos del país con tal de alcanzar el poder.

El señor Iglesias se presentó como de izquierdas populistas y en contra de todo lo que oliera mínimamente a derechas, pero al ver que eso vendía poco, en una metamorfosis como la de Gregorio Samsa, ha devenido en el socialdemócrata más falso y más trilero de la Historia Universal. El señor Iglesias se ha caído del caballo de la izquierda más fúnebre para aterrizar en la socialdemocracia, pero al contrario que el Pablo de los cristianos, que lo hizo por fe, el Pablo de los hipócritas, de los sepulcros blanqueados, de los fariseos, de los ladrones del Templo lo ha hecho con el cálculo frío, tasado y pesado del ansia de poder.

El señor Iglesias está donde está porque hay unos cuantos millones de españoles que no han podido o sabido librarse de sus mensajes tóxicos y porque unos cuantos medios de comunicación televisivos, de prensa y digitales adoctrinan diariamente a los ciudadanos lavándoles el cerebro en la creencia de que, si usted alcanza el poder, serán beneficiados por los servicios prestados sin ver – ¡hay que estar ciego o que la ambición te ciegue! – que, si usted llega al poder, la prensa, la televisión y cualquier medio de comunicación será sometido a sus intereses o desaparecerá.

La metamorfosis que transformó a Gregorio Samsa en un repugnante y monstruoso insecto, se queda en tortas y pan pintado en comparación con la metamorfosis del señor Iglesias y, si este señor transfigurado en socialdemócrata, llegara a gobernar; España sufriría tal metamorfosis que levantaría de su tumba a Kafka.

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