Manuel del Rosal García

Campaña electoral (la máscarada)

Campaña electoral (la máscarada)
Manuel del Rosal García. PD

«Nunca se miente tanto como antes de unas elecciones, durante la guerra y después de una cacería»
Otto Von Bismark, estadista alemán.

La Mascarada es una novela publicada en Italia en 1941. Su autor, Alberto Moravia, se vio obligado a esconderse y huir de Italia para volver tres años después. La mascarada se desarrolla en un país imaginario cuyos gobernantes tienen como características primordiales, su falta de escrúpulos, su falsa moral, su corrupción, su desprecio al pueblo y su abuso del poder.

Características que pueden ser extrapoladas a la actualidad en estos momentos en los que nuestros políticos luchan denodadamente, no por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, sino por alcanzar y mantenerse en el poder como sea. Y creo que podrían extrapolarse a toda Europa, pues jamás en este continente, los políticos han estado más divorciados del pueblo al que gobiernan.

Han llegado todos con sus tenderetes, con sus carpas, con sus tómbolas. Han llegado los izquierdosos, los derechosos, los tibios que no distinguen donde están y dicen estar en el centro. Gritan y vociferan los encargados de levantar el campamento mientras el sudor recorre sus espaldas y moja sus rostros.

Algunas maldiciones, algunos insultos. – ¡Y todo esto para qué! Si toda esta vaina es mentira, si estamos levantando altares y monumentos a la falsedad, a la manipulación, a la hipocresía y al disimulo con los que quieren engañar para alcanzar el poder; ¡esa ansia de poder bárbara! que es de lo único que están adornados los líderes políticos que se subirán a estos estrados para mentir como guacamayas lenguaraces.

Estamos en junio, el calor se nota. Las dos carpas levantadas para el acto electoral rezuman bajo sus techos un calor de vidrio que los asistentes sienten en sus espaldas y en sus rostros que, de vez en cuando se secan con pañuelos o se abanican con abanicos pintados con el lema, el logo y los colores del partido que hoy se presenta como el salvador de todo lo que haya que salvar, como el liberador de todo lo que haya que liberar. Han llegado de toda la ciudad, arrastrando los pies sobre un asfalto borboritante y buscando en el ferruginoso aire un soplo fresco que alivie sus pechos, pechos donde se asienta la esperanza de esta gente esperanzada que desconoce que, de todas las formas de desesperación, hay una, quizás la más lamentable de todas, que se disfraza de esperanza, esa gran falsificadora.

Absortos escuchan la logomaquia del líder de turno, ese al que creen que será la solución a sus problemas, no queriendo ver aun viéndolo, que los políticos encuentran en esa esperanza febril la sustancia para manipularlos e impedirles pensar, analizar y reflexionar. Y bajo la lona achicharrada por el calor que en el reverbero achicharra a los presentes ensopados en su propio sudor, van siendo presentados los magos con sus cartas marcadas y sus chisteras de doble fondo, los trileros con sus tres cubiletes, los químicos con sus sahumerios de jengibre y opio para adormecer al personal. ¡Nada por aquí, nada por allá! Y de las cartas marcadas salen los subsidios, de las chisteras de doble fondo aparecen las rentas vitalicias, de los sahumerios se evaporan las nubes que los envuelven en la creencia de que vivir será un regalo del político-mago, del político-trilero, del político-sahumerio.

Es la más espantosa prostitución de la política, esa prostitución que se vale de las necesidades básicas, de los más bajos instintos, de la ignorancia de las gentes para, una vez alcanzado el poder, olvidarse de lo que ofrecieron a través de la farsa de las cartas, de las chisteras y de los sahumerios. Es la prostitución del sistema democrático invadido por el veneno de las palabras, las pócimas, los brebajes, los filtros de unos políticos en campaña que esconden en lo más recóndito y oscuro de sus pechos, sus verdaderas intenciones. Es la prostitución de las promesas a los pobres que, una vez llenas las barrigas de los políticos que las prometieron, se olvidaran de ellos.

Estos histriones de la política serán anunciados como los salvadores, los que mejoraran las cosechas, los que acabaran con el paro, los que pondrán la primera piedra de obras innecesarias, pero nunca pondrán la segunda porque el dinero del presupuesto desaparecerá entre los cubiletes trileros de quienes los manejan, los que cambiaran el giro de los planetas, estrellas y cometas, sanaran enfermos, saciarán al hambriento, cobijarán al desahuciado, redistribuirán la riqueza siempre que sobre algo de lo que ellos han arramplado, convertirán los desiertos en vergeles de un verdor lujuriante, trasladaran el aire puro de las montañas a las ciudades, anularan la deuda con Europa, cambiaran el déficit en superávit.

Los que reconstruirán la patria ¿pero qué patria ni qué carajo!, si esa palabra ha sido proscrita, mucho más la palabra España, esta España que los políticos están ordeñando inmisericordes como a una vaca indefensa a la que van a dejar en la pura y apergaminada piel sobre los puros huesos. ¡Qué patria ni nada que se le parezca! Si esta España de hoy es una madre patria cuyos hijos son bastardos que la esquilman sin escrúpulos.

Y todo esto en promesas vanas, irrealizables promesas que serán enterradas entre la hedentina de la corrupción, para que el comején las devore y nunca, nunca puedan ser recordadas. Y las gentes, embobadas, los ojos fijos, el belfo caído por el que resbala la baba; gesto de estuporización; aplauden ciegas por el futuro que les dibujan las manipulaciones verbales y el carisma del líder más falso que Judas que, previamente a su discurso demagógico, les ha hecho pasar por la otra carpa, la carpa de «La tómbola donde siempre toca, cuando no es un pito, una pelota», ante la que, envuelto en la parafernalia de las lentejuelas, el papel charol y el fieltro barato con el que se disfrazan de magos y conseguidores, les desmigaja, en un indecente mercadeo del voto que prostituye la democracia, lo que pueden conseguir si el día 26J le votan: el perrito piloto del pleno empleo, el peluche de la subvención, la muñeca que anda de la conciliación laboral, el bólido de carreras de la educación, el kit de jugar a los médicos de la sanidad, el avión 707 de los viajes gratuitos a donde quieran, el tractor amarillo para mejorar la agricultura, el barquito de color verde con ancla para solucionar las cuotas de pesca, la casita de muñecas de dos pisos para eliminar los desahucios etc. etc. ¡Ánimo! Por solo un voto recibirán todo lo que necesitan, todo lo que anhelan, todo lo que les pone porque esta es la «Tómbola donde siempre toca, cuando no es un pito es una pelota».

A la terminación de sus promesas tomboleras una tormenta de globos, confetis, serpentinas, panfletos y octavillas enterrará a las gentes cuyos cerebros son incapaces de pensar por las músicas de júbilo, estruendo de mantras y tormentas de consignas que les martilleara el cerebro hasta convertirlo en una masa amorfa como puré de guisantes.

A la caída de la tarde cuando el sol, avergonzado por el bochornoso espectáculo de los políticos, se oculte tras el horizonte; las carpas se desmantelarán para volverse a montar en otra ciudad donde los políticos de turno volverán a manipular, con la más abyecta demagogia, a quienes deberán gobernar cuando alcancen el poder.

Pero ¡amigo mío! tras el 26J el cerebro de los políticos, ya instalados en el poder, activará su mecanismo de olvido y todo lo que dijeron y prometieron bajo la carpa electoral y lo que representaron en la tómbola, quedará enterrado en el muladar de la hipocresía, la mentira y la falsedad. Entonces, una nueva MASCARADA dará comienzo, una MASCARADA que, al menos, durará cuatro eternos años.

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