Fermín Bocos

El PSOE sigue pagando la hipoteca que les dejó Zapatero

La mayor utilidad de los sondeos de intención de voto es que colocan ante un espejo virtual a los partidos y a sus candidatos.

Ni siempre aciertan, ni nunca dejan de estar cocinadas para provocar determinadas reacciones. En algunos casos son el mensajero tramposo que transporta un mensaje de victoria que hace que quien lo recibe, se confíe.

Ciudadanos vivió esa experiencia en vísperas de las elecciones del 20D cuando los sondeos les hicieron creer que se salían y podían alcanzar más de setenta escaños. Rivera y los suyos interpretaron mal la señal. Envalentonaron su discurso dando por hecho que tendrían la llave de la gobernabilidad.

Luego pasó que no fue así y Podemos, el conglomerado de fuerzas de izquierda al que las encuestas (incluida la del CIS) situaban como cuarto actor sobre el escenario, resulta que dobló el número de escaños que les pronosticaban los sondeos. A punto estuvo, ya entonces, de superar al PSOE.

En vísperas ahora de la repetición de los comicios el panorama demoscópico que nos presentan ha variado sustancialmente.

De dar por buena la suma del CIS, Unidos Podemos (la coalición que lidera Pablo Iglesias) podría ser la segunda fuerza política del país. Con posibilidades de hacerse con el liderazgo de la izquierda desalojando al PSOE de una posición que viene ocupando desde hace cuarenta años, desde el arranque de la Transición.

Ante semejante panorama en la dirección del PSOE se han encendido todas las alarmas. Al peligro de la derrota se une la endiablada situación que podría presentarse el día siguiente de las elecciones.

Iglesias, en uno de sus ejercicios de cálculo -provocador y desestabilizador- le ha ofrecido a Pedro Sánchez un pacto de gobierno en el que el líder socialista podría ocupar una Vicepresidencia y lo ha hecho a sabiendas de que el líder socialista nunca podría aceptarlo.

Entre otras razones porque no es seguro que Pedro Sánchez pueda continuar al frente del partido si la noche del 26J el PSOE queda relegado a un tercer puesto en número de escaños.

La encuesta del CIS aporta otro dato que puede ser importante: un tercio de los votantes aún no ha decidido a quien van a votar. Eso quiere decir que lo queda de campaña llevará a los líderes a movilizar a su electorado.

El PP confía en recuperar a quienes se fueron a la abstención o votaron a Ciudadanos. Podemos está en racha y Pablo Iglesias pasará más tiempo en los platós que en los mítines. Rivera esta vez se muestra más cauto que la anterior; no va tan sobrado. Quien lo tiene peor, por no decir que fatal, es Pedro Sánchez.

De él casi nadie espera nada. El PSOE sigue pagando la hipoteca que les dejó Zapatero en el ánimo de la opinión pública.

Pese a que nada todavía es firme, en orden al futuro del Partido Socialista, podríamos estar asistiendo a los prolegómenos de un sacrificio político. Un ritual que ya hemos visto en otros países como Italia o Grecia.

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