Bajo su disfraz de abuelita socialdemócrata con moño, con el calor que va haciendo, el lobo socialdemócrata parece incluso demócrata cuando lo que en él no es máscara, es liderazgo mesiánico. En el debate a cuatro que han dado en la cinco, Caperucita, el que aún lleva la cesta, el lobo-abuela y el que nos quiere contar otra vez el cuento, obsesionados por la imagen, han dejado sin sustancia la política.
En su afán de vender elixires, artículos de menaje, mantas de Zamora o pasamanería, los charlatanes llegan incluso a decir algunas cosas ciertas, incluso ideas que, concretadas, al país podrían hasta venirle bien. Nadie lo niega. El problema es su crédito y su trayectoria.
Como estalinista que es, el lobo disfrazado de abuela quiere atraer a sus aliados para comérselos. Primero a Izquierda unida y ahora al PSOE. La mano tendida al PSOE es para echársela al cuello. Caperucita no le interesa de momento porque tiene sólo cuarenta votos.
Pero el hombre que provocó que Iglesias lograra repetir las elecciones para comerse al PSOE, el de las mil poses, el que advertido por todos hizo oidos sordos, quiere contarnos otra vez el cuento cuando a quien tiene verdadera inquina es a Rajoy, al siempre le ha querido quitar la cesta.
El lobo no mira a quienes le hablan en señal de superioridad y desprecio. Desprecio de los que considera inferiores, de los límites y las formas. Quien actúa así, quien se define primero comunista, luego bolivariano, y por último socialdemócrata, en lo que se repiten unas elecciones, es claramente un farsante disfrazado para alcanzar el poder.
No digo que dentro de sus partidos no sean los más capaces de hacerlo. Lo que digo es que faltan hombres y actitudes de estado, que las ideas que algunos defienden son peligrosas para el país, que el negocio de la imageny las encuestas lo invade todo y que deja sin sustancia la política.
Y que la banda está borracha. Borracha de tanta representación de teatro cuando lo que falta es representación de mandato. Parece que decidimos, pero, nos lo dan hecho. Vamos a elegirlos, pero no los hemos escogido.
