Rafael Moyano

«La distancia del Reino Unido con el resto de Europa va más allá de la treintena de kilómetros que les separan»

"La distancia del Reino Unido con el resto de Europa va más allá de la treintena de kilómetros que les separan"
Rafael Moyano. PD

Rafael Moyano considera que el triunfo del Brexit se debe a una cuestión entre sociológica y cultural. Lo explica de una manera muy curiosa:

Una amiga inglesa, de Canterbury concretamente, me lo dejó claro desde el primer momento: «This is my personal space», «éste es mi espacio personal!». Marcó un círculo imaginario a su alrededor y extendió una mano que salía de él para facilitar el saludo y no ser descortés. Ni un beso en la mejilla, ni dos, ni un abrazo, nada que invadiera su zona de confort. Por lo demás, la amiga inglesa se mostró siempre divertida, amable, colaboradora, actitud que en códigos latinos hubiera llevado a una mayor cercanía. Pero, finalmente, saltaba la barrera infranqueable, my personal space.

Afirma que:

Desconocía entonces que esta delimitación del espacio no era una invención de mi amiga, sino que forma parte de toda una disciplina, la proxémica, desarrollada por el antropólogo norteamericano Edward T. Hall. En su teoría, Hall interrelaciona la distancia física con la distancia social y, en base a ello, establece cuatro categorías para delimitar el espacio personal, con sus medidas y todo. La distancia mínima (entre 15 y 45 centímetros) para familia, amigos y parejas (éstas últimas se lo pueden saltar); Distancia personal (de 46 a 120 cm.), para compañeros de trabajo y conocidos; Distancia social (de 120 a 360 cm), para los extraños; y Distancia pública (más de 360 cm), para contactar con grupos de personas.

Mi amiga tenía milimétricamente reservada su área de seguridad y dejaba penetrar en ella según categorías. Toda una metáfora de lo que es su país y de la relación que ha mantenido con la Unión Europea. La distancia del Reino Unido con el resto de Europa va, y ha ido, mucho más allá de la treintena de kilómetros que le separan del continente. Son muchos los británicos que han hecho de ser british una reivindicación constante para preservar sus límites, como si el contacto pudiera contaminarles. No es lo de conducir por la izquierda, tomar el té, o vestir sombreros estrafalarios, va más allá. La libra, que no me la toquen, pero las fronteras tampoco. Admiro la cultura británica, como la francesa o la italiana, pero no a quienes piensen que por formar parte de ella debes mirar con orgullo a los del otro lado del Canal. Ellos mismos son un reino unido, un estado multinacional con problemas de encaje. Los más jóvenes y urbanos lo han ido entendiendo pero otros creen que la UE invadió su espacio, the national space. Cameron no lo supo calibrar.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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