José María Carrascal

La gran plataforma de los listillos y vendedores de crecepelos

La gran plataforma de los listillos y vendedores de crecepelos
José María Carrascal. PD

VAMOS a votar aturdidos por el golpetazo del Brexit y la coña marinera del ministro de Interior grabado en su despacho, puede que por sus mandos.

Votaremos aleccionados por unos analistas políticos que ni olieron el good-by de los ingleses a Europa, aunque ahora, bastantes de ellos se arrepienten y quieren otro referéndum para quedarse, actitud más meridional que british.

Votaremos fascinados por la «evitable ascensión de Pablo Iglesias» (gracias Brecht por el titular), que en dos semanas de campaña ha pasado de antisistema a socialdemócrata, luego a centrista y, por último, a abanderado de la «Ley y el Orden» (como Nixon).

Votaremos preocupados por un Schz que se hunde en las arenas movedizas de un pacto con Podemos (¡Ni se te ocurra! le ha dicho FG), por un Rivera que sigue deshojando la margarita y un Rajoy que vende lo único que tiene, la recuperación económica, sin encontrar comprador.

Votaremos, en fin, como votamos siempre los españoles: pidiendo a los políticos que nos resuelvan los problemas para dedicarnos a lo que realmente nos gusta, el futbol, el aperitivo, las próximas vacaciones.

¿Va a influir la espantada inglesa en nuestro voto? Algo sí, pero no creo que mucho, porque nadie nos ha explicado la verdadera situación. Lo único serio que se ha dicho al respecto es lo de Martin Schulz, presidente de la Eurocámara: «El RU es quien ha bloqueado las soluciones en la EU». O sea, que los ingleses nos han hecho un favor al irse.

Siempre que sepamos aprovechar la oportunidad para crear unos auténticos Estados Unidos de Europa. Pues a los europeos les está ocurriendo con Europa lo que a los españoles con España: que cada uno quiere una Europa o una España a su medida. Y así no se va a ninguna parte.

Buena parte de la culpa la tiene la frivolidad que inunda la política, que es ya puro entretenimiento, al librarse en el plasma o las redes sociales más que en el Parlamento y darse más importancia a la forma que al fondo. Y aunque hay más preocupación que otras veces -«¿Qué va a pasar?» me pregunta todo el mundo. «Lo que nosotros queramos» suelo responder.

Todo empieza por la superficialidad imperante, cuando democracia es, más que nada, responsabilidad, individual y colectiva. Así salen luego las cosas, que, dejadas a su albur, nos dan unos sustos tremendos.

Un ejemplo: ¿han leído ustedes algo sobre las consecuencias de que España abandone la UE? No, porque la actualidad política es hoy una serial televisivo, con un nuevo capítulo cada noche. Nada de extraño que sea la gran plataforma de los listillos y vendedores de crecepelos.

Pero somos nosotros quienes lo hemos creado, quienes vamos a crearlo con el voto que depositemos hoy. Me gustaría que, antes de depositarlo, cada uno dedicara un minuto a pensar en ello, aunque lo dudo. O sea, que habrá que confiar, como siempre, en la suerte. Pues, como para los ingleses, no hay rectificaciones.

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