Santiago López Castillo

Mi ruiseñor

Mi ruiseñor
Santiago López Castillo. PD

No falla. Ya está en mi jardín amenizando las noches y las mañanas con su flauta afinada. Se llama Jesulín, no el de Ubrique ni remonta las tetas de Esteban. Las hay en Viana (Guadalajara) y dan de mamar a la mirada. Es de plumaje pardo, se muestra esquivo de y rama en rama y no para de clamar a su enamorada que está de camino tal que un paladín en su noche de bodas.

Jesulín canta con entusiasmo, con potencia, armonía y melodía. Te aplaude con su incomparable trino hasta cuando vas a orinar al retrete. Apenas se deja ver. No es muy vistoso, las cosas como sean, pero su plumaje se supera con su inigualable canto. Mis amigos de la ciudad apenas lo han oído cantar, a lo más que llegan es a la película que protagonizó Pablito Calvo en «Mi pequeño ruiseñor».

Un día le propuse a mi hoy ex, la doctora ortodoncista Muelas, dar un paseo matinal por el arroyuelo que pasaba junto a mi casa rústica en la campiña guadalajareña para que escuchara a este maravilloso pájaro cantor. Yo iba por delante andando el ribazo junto a mi perra «Canela», la más bella spaniel que hubiera habido, superior a «Flush» de Virginia Wolf, porque, además, Canela es el título de mi primera novela, y voy por mi vigésimo libro publicado. Total, que me giro -en expresión constante de los catalanes- y la veo con un walkman en los oídos. Así estaba oyendo a los ruiseñores que componían la grandiosa orquesta músico-sinfónica desde los árboles. Se me cayeron los palos del sombrajo, denominación que utilizan los cursis y pedantes hablantes.

No puedo entender tanta insensibilidad en seres -como la medicina- que deberían ser sensibles al dolor, al amor y a la muerte. Uno es feliz, dentro de lo que cabe, con estos regalos que nos hace la Naturaleza: el canto de un pájaro, una lluvia benéfica, un árbol crecido y creciendo, un perro, un buen libro y una buena mujer, a ser posible que no fuera celosa como lo fue Leíto o lo que es igual, la catedrática Leonor Muelas, belleza, inteligencia e inseguridad amorosa.

Bueno, pues mi ruiseñor Jesulín (Luscinia megarhynchos) me da mucha vidilla, me canta gratis y servidor le corresponde con un pan untado en leche. No me olvida. Año a año. Nota a nota. Siempre en el recuerdo. Amen.

ENCUENTRA LOS PRODUCTOS QUE TE INTERESAN

¡¡¡ BÚSQUEDA DE LAS MEJORES OFERTAS ONLINE !!!

Obtener los mejores resultados de tu búsqueda de productos

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído