Desmintiendo a las encuestas
que le daban por caído
a Mariano Rajoy Brey,
castor en aguas duchísimo,
el Presidente en funciones
se ha alzado sobre sí mismo
y ha obtenido un triunfo claro
-aunque sea un triunfo pírrico-
gracias al pueblo sensato
que le ha votado el domingo,
apreciando su templanza,
su ejemplaridad y tino.
Sensatez como la suya
pocas veces hemos visto
y eso merece un aplauso,
no un Errejón de castigo,
pues se ha impuesto con solvencia,
dignidad y sacrificio,
y volverá a sucederse
en el sillón monclovito
frente a los lobos-corderos,
los pavos, los golondrinos,
los timadores, los tunos
y los sociatas marchitos.
Por un día como este
el poeta entona un Píndaro.
Bravo por Rajoy el terco,
el impasible y tranquilo,
bravo por el buen gestor
que nos sacó del abismo,
Bravo por el hombre justo,
bravo por el galleguiño.
Feliz saldo de elecciones.
¡Oh félix, félix Domingo!