Jaime González

«El proceso involutivo del PSOE será tristemente irreversible si hay que poner en sordina a Corcuera o Leguina»

"El proceso involutivo del PSOE será tristemente irreversible si hay que poner en sordina a Corcuera o Leguina"
Jaime González. PD

Jaime González cuenta que como el PSOE actual siga queriendo parecerse al de Zapatero, en Ferraz ya le pueden ir poniendo epitafio a la cosa:

Decía Philip Pettit -no el funambulista francés, sino el politólogo irlandés- que Zapatero era un baluarte del «republicanismo cívico». ¿Y qué es el republicanismo cívico?, se preguntarán ustedes. Pues una ola de pensamiento que, con el paso del tiempo, fue perdiendo intensidad y que, a grandes rasgos, consistía en darle un lavado de cara a la socialdemocracia para llevarla al territorio de la nueva igualdad: ley de dependencia, ley contra la violencia de género, ley de memoria histórica, ley de matrimonio entre homosexuales, ley de reproducción asistida y otras normas «valientes y pioneras» que en época de vacas gordas le funcionaron bastante bien, pero que cuando las vacas se volvieron escuálidas y dejaron de dar leche no evitaron que su partido entrara en la Unidad de Vigilancia Intensiva, esa UVI en la que aún convalece sin dar demasiadas muestras de mejora.

Explica que:

Definir la ideología política de Zapatero es un ejercicio estéril. Que su pensamiento fuera vaporoso y anémico en convicciones y valores no significa que no le diera resultados durante un tiempo, pero cuando las cosas se pusieron feas el relativismo con el que despachó asuntos tan altos como el de la unidad de España frente al desafío independentista -acuérdense de aquello de «nación es un concepto discutido y discutible», «mi patria es la libertad» o «la tierra no pertenece a nadie, salvo al viento»- le granjearon una imagen general de pusilanimidad y endeblez intelectuales que le perseguirá siempre.

Solo con perspectiva histórica podrá valorarse el daño que Zapatero le hizo al socialismo, no porque fracasara en la gestión de la crisis económica, sino porque su fracaso en la gestión de lo que entendemos por identidad nacional está en el origen de la desvertebración de un partido que se parece mucho a una jaula de grillos. El problema del PSOE es que los nuevos no les llegan a la suela de los zapatos a los viejos, porque el relevo generacional no se ha traducido en una evolución natural, sino en un fenómeno regresivo de dimensiones siderales. En una formación huérfana de liderazgos, quienes ostentan el poder se han empeñado en matar al padre. Si lo urgente para el actual PSOE es poner sordina a las voces más veteranas y claras en el diagnóstico -Corcuera o Leguina, por poner dos ejemplos-, tratadas como si fueran vestigios de otra era, el proceso involutivo del PSOE será tristemente irreversible.

Y remacha:

Si el nuevo líder tiene que parecerse a Zapatero -que fue quien rompió los puentes de cohesión nacional que levantó Felipe González en su proyecto de vertebración de España-, el socialismo podrá hacer suyo el epitafio de Antonio Mingote: «Perdonadme; no lo volveré a hacer».

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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