Santiago López Castillo

Reclutas con niño

Reclutas con niño
Santiago López Castillo. PD

Dice el refranero que el que se acuesta con niño amanece mojado. En este caso, el que se acuesta con un nacionalista se despierta trastornado. Estos majaderos de la Generalidad siguen tocando los cojones a la nación en vista de que España tiene un gobierno silente y en funciones. Han vuelto a arremeter contra el Ejército en su deporte favorito que es el tiro al blanco. Ahora, estos zurupetos -en su desbocado independentismo- quieren que no se hagan desfiles ni actos militares y que las viviendas en desuso de jefes y oficiales y suboficiales vayan a la jurisdicción autonómica. O sea, todo para el pueblo pero sin el pueblo.

Ya con Aznar, los «convergentes» consiguieron eliminar el servicio militar; el meapilas Bono, a la sazón ministro de Defensa, mandó borrar de un jardín del Talarn (Lérida) la gigantesca máxima de la academia de suboficiales: «Servir hasta morir». Y, en otros momentos, celebrar en Cataluña el desfile con motivo del Día de las Fuerzas Armadas fue una heroicidad. Aunque sean pocos y cobardes, hay que recordarles el art. 8. 1. de la Constitución.: «Las FF. AA. tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España». Bueno, pues por recordar este artículo de la Carta Magna, un general de Canarias fue perseguido, muerto y sepultado bajo el mandato ministerial del jerifalte de Castilla-la Mancha colocando ddespués en el cargo a García Page, (sic) su leal secretario, el que llevaba la cartera y los donuts.

Y lo último de la moción contra el Ejército fue la intervención de un tal Ferran Civit, mostrenco de Ezquerra Republicana, que exigía que la soldadesca fuera desprovista de uniformes militares, mismamente en pelotas, que es como visten estos partidos anticapitalistas, incluido el bufón socialista y separatista catalán Miguel Iceta. Ah, y que los del caqui no se acerquen a escuelas de niños donde a las criaturitas les meten el catalán a hostias o de aquella manera que llaman la inmersión lingüística. Con recordar el desprecio que la Colau hizo en el Salón de la Enseñanza al capitán general de Cataluña, está dicho todo. Los niños no podían asomarse al stand castrense no fuera a ser que se contaminasen. Igual los podemitas vienen y me detienen porque tengo una nada despreciable colección de soldaditos de plomo que desfilan erguidos por las estanterías de mi biblioteca y portando algunos la bandera española.

Me honro con ser hijo de militar de alta graduación. Aunque en mis comienzos del periodismo mi progenitor me llamara «rojo» porque yo le decía que en los cuarteles de invierno se había infiltrado el PCE. Y puedo agregar más, odiosos antimilitaristas: aquel Ejército, como el actual, nos salvó del comunismo, y el actual es de una heroicidad que sobrecoge en sus acciones por el mundo. Con la añadidura de que aquellos defensores de la Patria fueron los menos favorecidos por Franco. Vivieron entre la disciplina y la austeridad.

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