Manuel del Rosal García

El Resplandor

El Resplandor
Manuel del Rosal García. PD

«A aquellos que han apagado los ojos del pueblo, reprochadles su ceguera»

John Milton, escritor y poeta inglés autor de El Paraíso perdido.

El Resplandor es una película de Stanley Kubrick de 1980. Está basada en la novela de terror del mismo título de Stephen King.

El escritor Jack Torrance interpretado por Jack Nicholson, se instala en un solitario hotel vacío situado en un apartado lugar; quiere escribir rodeado de paz y silencio.

Pero no va a ser así. Nada más entrar en el hotel empieza a sentirse dominado por algo ignoto, como un resplandor que le ilumina y le ciega. No puede escapar de esa luz que atenaza su mente.

La luz es tan intensa que le ciega y le evita ver la realidad a la que transforma. Torrance no consigue poder escribir, no puede concentrarse y su mente le dice que los culpables de semejante situación son su mujer y su hijo. Y en su cerebro, quemado por ese resplandor, se va forjando la idea de qué si elimina a su mujer y a su hijo, su mente se librará y podrá hacer lo que había venido a hacer en ese hotel: escribir.

A veces la luz, cuando es demasiado intensa, cuando se convierte en un resplandor repentino, bloquea el sentido de la vista y afecta a las percepciones del cerebro. En España y en los últimos años se han producido resplandores que han cegado a los ciudadanos y a los políticos.

El resplandor del poder cegó, ciega y cegará a quienes lo ambicionan. Políticos de todos los partidos, cegados por el rayo esplendoroso del poder han quedado ciegos para todo lo que no sea instalarse en sus más altas cotas. Su ceguera, producida no por la oscuridad, sino por el exceso de luz les impide ver los problemas de España y de los españoles, y si los ven, esa luz inmisericorde de ansia de poder que, perforando sus ojos, les llega hasta el cerebro, distorsiona sus transmisiones neuronales lo que les impide sentir nada que no sea llegar al poder. Sánchez y Rivera son unos iluminados, iluminados por un resplandor que les ciega a todo lo que no sea alcanzar el poder. Están encerrados en un laberinto como el que rodeaba el hotel donde Jack Torrance fue a escribir y terminó loco de remate. El resplandor que quema sus cerebros impidiéndoles establecer conexiones neurológicas normales les oculta la realidad, esa realidad que el 26J les colocó, a Sánchez a 52 escaños de Rajoy y a Rivera a más de 100. Sus cerebros no funcionan salvo para buscar la causa que les ha llevado a semejante distancia de Rajoy al que culpan de todo.

Al igual que Torrance vio solución a sus males en la eliminación de su mujer y su hijos, Sánchez y Rivera ven la solución a su situación política, en la eliminación de Rajoy. En esa idea, dan vueltas alrededor del laberinto que ellos mismos se han creado al igual que lo hacía Torrance en el laberinto del hotel. Están convencidos de que si Rajoy es eliminado todo será solucionado, naturalmente, lo primero su acceso al poder porque, los problemas de España pueden esperar; ya llevan esperando siete meses, qué más da unos meses más. Da la impresión que Sánchez y Rivera han llegado a la política con el único objetivo de eliminar a Rajoy. Pero resulta que Rajoy, no solo no es eliminado, sino que se refuerza en cada convocatoria. Lo cual los tiene de los nervios hasta tal punto que, según se comenta, llevan siempre un desfibrilador por si entran en taquicardia paroxística.

Taquicardia es la que les ha producido a los dos las palabras de Rajoy al aceptar optar a la investidura con un sí, pero no. Rajoy, como buen gallego, ha dicho que iniciará contactos y que, según los resultados, habrá o no habrá investidura. No ha dado plazo, no ha fijado fecha y ha dejado muy claramente sobre el tejado del hotel donde Sánchez y Rivera intentan «escribir» cegados por el resplandor, la pelota de la responsabilidad de lo que podría resultar de no llegar acuerdos en asuntos de Estado antes de mediados de octubre.

Mientras Rajoy se está fumando un puro tras su rueda de prensa, una vez haber aceptado «indagar» si habrá investidura; los señores Sánchez y Rivera, cegados por el resplandor que les impide aceptar el resultado del 26J, ya ni saben qué hacer ni qué decir para eliminar al que atesora toda la culpa.

Este vodevil, esta bufa representación de quienes deberían tener como prioritario y fundamental a España y a los españoles puede que termine mal para todos.

El resplandor que asola a estos políticos encerrados en un laberinto esquizofrénico de difícil salida que les impide ver y pensar con claridad, puede que, en algún momento desaparezca y les permita ver la luz como a San Pablo cuando, cegado por la luz celestial, cayó del caballo y abrazó la verdad. Si no es así, si los señores Sánchez y Rivera dejan que sus cerebros se quemen cada día más con el resplandor maligno del ansia de poder, los españoles podemos quedar como Jack Torrance al final de «El Resplandor»: tiesos y congelados como un carámbano y España helada de Norte a Sur y de Este a Oeste.
Manuel del Rosal

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