Carmen Tomás

El empleo sigue dando alegrías

El empleo sigue dando alegrías
Carmen Tomás. PD

Hace unos días era la EPA del segundo trimestre y ayer fueron los datos del registro de las oficinas de empleo.

En julio salieron de las listas de desempleados casi 84.000 personas y más de 84.700 trabajadores se afiliaron a la Seguridad Social. En los últimos 12 meses, el número de parados se redujo en cerca de 364.000 personas. El empleo crece a un ritmo del 9 por ciento. Además, la reducción afectó a todas las comunidades autónomas.

Cierto que los sectores donde más se rebajó el paro es el turismo seguido de la construcción. Parece lógico dadas las características de nuestro país y el despegue de la vivienda, donde ya empiezan a venderse viviendas en plano con hipotecas más baratas.

Como cada mes de los últimos años, la discusión sigue anclada en si el empleo es precario y temporal. Una circunstancia que no se daba cuando el paro aumentaba de 100.000 o 200.000 personas mensuales. Y sí, obviamente, se puede discutir. Todos apostamos por una mayor calidad del empleo y que este se cree en otros sectores con más valor añadido, mejores salarios y menos temporalidad. En todo caso, hace apenas dos años que salimos del periodo más duro de la historia de España.

Precisamente, este sería un buen argumento para que un nuevo gobierno pudiera afrontar las reformas necesarias, un ejecutivo que ahora sí tomara medidas encaminadas a seguir aumentando el empleo y que éste fuera de mejor calidad y mayores salarios.

Claro que hay que ir a nuevos nichos de empleo. El año pasado más de 90.000 empleos relacionados con la digitalización, con las nuevas tecnologías, se quedaron sin cubrir. Pero, esto es algo que no se hace de la noche a la mañana, ni porque el gobierno lo decida en un decreto-ley. Lo que sí ha ocurrido y algo habrán tenido que ver las políticas educativas, es en la reducción del fracaso escolar a tasas ya más cercanas a la media europea.

Y ahí es donde hay que incidir. Nadie se puede quedar sin educación y nadie debe dejar los estudios, como pasó en los años de la burbuja, para subirse al andamio. Es una lección que, de momento, parecen haber aprendido nuestros jóvenes.

Ahora, también las empresas con beneficios tienen que empezar a subir los salarios y en la medida de lo posible ir cambiando contratos temporales en indefinidos, que, por cierto, ya suponen más del 75 por ciento del total de contratos.

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