Juan Pablo Colmenarejo

La dictadura perfecta

La dictadura perfecta
Juan Pablo Colmenarejo (COPE). PD

El 90 cumpleaños de Fidel Castro ha sido celebrado por el régimen con el mismo rancio entusiasmo que el tardofranquismo tras cada parte médico del único dictador en ejercicio que murió en la cama del sistema sanitario público de su país.

Castro no está en el mando pero lleva el mismo camino que Franco en cuanto a un desenlace que se viene anunciando desde 2006 cuando le pasó los trastos a su hermano Raúl.

La admiración española por la dictadura de Castro ha cruzado siempre la fronteras ideológicas. En la misma grada de animación han aparecido franquistas, por supuesto comunistas, la izquierda caviar, un puñado de periodistas postrados de hinojos y Fraga con la queimada el 28 de julio de 1992.

El dictador en persona fue agasajado por el entonces Presidente de la Xunta de Galicia en la localidad lucense de Láncara. Es donde los Castro encuentran sus raíces paternas, con sucesivas corporaciones locales que tienen por costumbre hacerles hijos predilectos. Entonces Fidel y ahora Raúl. Por supuesto a la hora de votar el PP y el PSOE

mantienen la costumbre de ponerse de acuerdo y por supuesto a favor de los dinosaurios. Hay en España mucha condescendencia con el régimen totalitario cubano. Es un extraño sentimentalismo que mira para otro lado cada vez que algún valiente se atreve a hacer una huelga de hambre para denunciar al mundo que Cuba es una jaula.

A Guillermo Fariñas los matones del régimen le acaban de pegar otra paliza por denunciar la represión dentro de la isla. La apertura de relaciones con Estados Unidos no ha traído los derechos humanos.

La cúpula del Partido Comunista está preparando el relevo generacional para gestionar el negocio que viene con la entrada de millones de dólares de inversión que en manos del poder absoluto harán de Cuba una dictadura perfecta, como en China.

El mundo se está abriendo a Cuba pero es al revés cuando empiezan los matices y las enmiendas a aquel deseo expresado en La Habana por el entonces Papa Juan Pablo II. Castro sí que lo deja todo atado y bien atado. Su sistema totalitario es el espejo en el que se han mirado los movimientos socialistas de Venezuela, Bolivia o Nicaragua.

Ya no bajan de la Sierra a liberar al pueblo, basta con meterse en las urnas para romperlas. Con la victoria en unas elecciones tienen suficiente. No necesitan más. Bueno, tal vez ponerse un chándal y sonreír a la cámara para que parezca que no pasa nada.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído