Frivolité, la de Pedro Sánchez
por Ibiza y Almería bronceándose.
Frivolité, la de Cañamero,
diputado carroñero
con «Pancetas» de sobrero.
Frivolité, la de don Mariano
por Rubadumia camino-oteando.
Frivolité, la de Pablo Iglesias
defendiéndole a Otegi. ¡Qué pareja!
Frivolité, la de Echenique
joteándose de las domingas femeniles.
Frivolité, la de las Campos Telecinco
invadiendo nuestras casas a su arbitrio.
Frivolité, la de la gente en general,
tumbada a la bartola del interés nacional.
Verano de insensatez:
frivolités, frivolités, frivolités…
Y el país, esperándoles volver.
¿Para qué? ¿Para qué?