Víctor Entrialgo de Castro

El mapa genético

El mapa genético
Víctor Entrialgo de Castro, abogado y escritor. PD

El mapa genético es como el póster que viene con Interviú, que te pasas la vida desplegándolo y cerrándolo porque siempre viene alguien y no acabas nunca de verlo con tranquilidad.

De tanto manosearlo va arrugándose y un fin de semana que llueve y en casa no tienes mejor quehacer se te ocurre mirarlo, como el álbum, pero no aciertas a recordar dónde lo guardaste. No le das más importancia, tiras palante y un día te lo encuentras en el cajón de los calcetines todo chuchurrío. Lo sacas con mucho cuidado para no romperlo y te quedas a cuadros.

Algunos piensan que el genotipo sirve para ver si estos políticos tienen lo que hay que tener para lograr un gobierno, pero el mapa genético, como el físico o el político no es determinista, como muchos piensan, sino probabilístico, no dice lo que va a pasar, -terceras elecciones y ostracismo de Pedro Sanchez,- sino lo que podría pasar. No te lo trae todo, tampoco el póster de Interviú por cierto, pero a diferencia de los gobiernos, tu genotipo, que no es Rajoy, ni Rivera, ni Sanchez ni Iglesias, trae las instrucciones para que te hagas tú mismo las proteínas como si fueras un microondas.

Ahora con el genoma de la levadura los genetistas han dado el primer paso incluso para crear la vida artificial, como si en Rivera o Iglesias no la hubiera ya. Puede que a alguien se le ocurra decirte que has engordado un poco pero si tienes a mano tu mapa genético podrás defender con argumentos científicos que no has ganado peso sino que, sencillamente, te han crecido un poco las células.

Dependiendo luego de cómo tengas de sanos los trofoblastos podrás meter el mapa/tarjeta en un banco de sangre y hacerte algunos arreglos en el páncreas o en el tejido cardiaco después de sufrir un infarto. Incluso reemplazar el tejido neuronal, aunque en esto último tampoco cabe pedir milagros.

Pero si además domicilias la nómina en el banco que va a haber de tejidos, en lugar de un edredón te regalarán metro y medio de cartilaginoso para un condroplasto que te aprieta de sisa y te lo arreglarán sin problema para el viernes si tienes una boda o cualquier otro acto social o académico.

Lo bueno del mapa genético es que nadie viaja sin él y no puedes olvidarlo en la guantera del coche aunque con los años también acabas doblándolo por las esquinas y en lugar de por las tapas puede que esté plegado por Medina del Campo, que hace años que no pasas.

Con este otro mapa que ya casi están terminando asistimos a un gran revolución científica de imprevisibles consecuencias porque el hombre no sólo hace guerras. Para cuando empiecen a generalizarse las increíbles aplicaciones que se vislumbran quizás hayamos desenrollado ya los 23 cromosomas de cada progenitor que llevamos puestos, en total 46 moléculas muy enrolladas en forma de hélices que podrás reparar para entonces en tu centro de salud.

Con tu mapa genético o incluso sólo con la vida artificial que viene y tu tarjeta del Insalud quizás estés incluso a tiempo de que te implanten, si la hubiese perdido ya, una célula madre indiferenciada, el gen principal, donde guardabas el póster y aquella curiosidad de niño que no encontrabas.

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