Agazapado bajo su gorra en el chiringuito de la playa, con un país perplejo en busca de un gobierno, Pedro Sanchez espera devolverle a Rajoy su abucheado strip-tease de junio, el dia 2 de septiembre.
Tratando a los españoles con cuentos como «Pedro y el lobo», que ya citó aquí Fermín Bocos, con música de reclamo en lugar de Prokofiev, Pedro Sanchez va a pedir a Iglesias en la segunda votación de investidura que distraiga al lobo Rajoy con su gorjeo narcisista mientras él lanza un nudo corredero para ponerlo patas arriba e intenta a la desesperada un Gobierno de esos que llaman progresistas llevando al lobo a la oposición con los cazadores de podemos, compromis, esquerra republicana, democracia per catalunya, en comun podem y mareas varias.
Ese gobierno Sanchez saldría de un desguace y sería un jovencito frankestein, un monstruo que apenas podría moverse con pasos torpes y sentimientos contrapuestos y variopintos: constitucionalistas y separatistas, rojos y verdes, socialdemócratas y perroflautas de nómina, ateos que no paran de bautizar calles y brindis al sol, que aun es verano.
Pero Pedro Sanchez tiene más cuentos de lobos que Calleja porque a ello se dedicó mientras pastoreó en el partido durante años tratando de ascender hasta la secretaria general. Y desde el momento en que lo consiguió lo único que ha hecho es repetir: ¡Que viene el lobo de Rajoy!
Los ciudadanos corren a ver y aunque muchas veces han visto aves de rapiña, no vieron ningún lobo.
A la tercera que Sanchez va a obligarles a acudir a las urnas, los ciudadanos no acudirán en su ayuda y las elecciones se comerán otro montón de ovejas hasta dejar el rebaño del PSOE diezmado como jamás desde los tiempos de Felipe el cabrero.
Pedro Sanchez va a negar tres veces. Estaba escrito.