Este viernes, en Ferraz nació una estrella y se apagó otra: deslumbró la niña de Susana, Verónica Pérez, que demostró que las pequeñitas son como los pequeñitos: ante el toraco grande se vienen arriba y son capaces de quitarse la chaquetilla como Diego Puerta y entrar a matar en chaleco para llegar al morrillo y dejar el estoque en todo lo alto.
Y se apagó Pedro Sánchez, al que le falló el batallón de mujeres en bicicleta que en 1917 dejó el Palacio de Invierno en San Petersburgo y permitió el golpe de Estado bolchevique. Fue el primer acto de la guerra civil que teorizó y buscó Lenin, ganó Trotski y disfrutó Stalin. La ruina de Bicimad (bicieléctricas de Carmena) impidió que Pitita Maestre acudiera, torsoexplícita, a salvar al tovarich Sánchez.
¿Pero cuándo se convirtió Snchz en tovarich o kamarada podemita? Recordemos que este Pedronono es el mismo a cuyo gobierno con C’s dijo no Iglesias a dúo con Rajoy, echándole encima la cal viva del GAL. Y lo hizo porque Sánchez se negó a entregarle, agradecido, cinco ministerios, el CNI y la televisión.
Esta es la clave de todo: al Sánchez socialdemócrata aliado con C’s se lo cargaron juntitos Iglesias y Rajoy. Ayer, a medio PSOE -la mitad más uno de la Ejecutiva, cuya dimisión supone legalmente su disolución- se le impidió entrar en su propia sede. Esa militancia de base que dice Sánchez que lo apoya porque está contra Rajoy no es el PSOE, es PSOdemos y está contra cualquier izquierda que defienda la nación y la Constitución.
Sánchez ha cambiado la chaqueta reformista por la revolucionaria igual que Largo Caballero pasó de Secretario de Estado de Trabajo en la dictadura de Primo de Rivera a Lenin español, con las JSU de Carrillo como brazo armado de la bolchevización del PSOE.
Pero Besteiro y los moderados siempre se opusieron al proyecto guerracivilista de Largo, que tuvo tres partes: el golpe antirrepublicano del 34, la estrategia golpista del 36 y la entrega del Gobierno a Stalin por Negrín en 1937. La guerra acabó cuando Besteiro, Rojo y Mera sacaron los tanques contra Negrín, dispuesto a sacrificar en una guerra perdida a cien mil españoles al servicio de Stalin, cuya alianza con Hitler fue anterior y mucho más importante que la de Franco.
Siempre que el PSOE se radicaliza, se rompe. ¿Lo sabe Verónica Pérez? Como si lo supiera.