«Érase una vez, en la ciudad de Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Una mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no era como todas, porque vio a la Muerte en el mercado y la Muerte le hizo un gesto. Aterrado, el criado volvió a casa.
-Amo -le dijo-, déjame el caballo más veloz. Esta noche quiero estar muy lejos, en la remota ciudad de Ispahán.
-Pero ¿Por qué quieres huir?
-Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza.
El mercader le dejó el caballo; y el criado partió para pasar la noche en Ispahán. Por la tarde, el amo fue al mercado, y, también vio a la Muerte.
-Muerte -le preguntó- ¿Por qué has hecho un gesto de amenaza a mi criado?
-¿Un gesto de amenaza? -contestó la Muerte- No, ha sido un gesto de asombro. Me ha sorprendido verlo aquí, tan lejos de Ispahán, porque hoy por la noche debo llevarme en Ispahán a tu criado».
El criado y la muerte es un cuento persa que con ligeras variaciones ha sido utilizado en la literatura universal como reflexión sobre la imposibilidad de escapar al destino. Pedro Sánchez y el PSOE llevan nueve meses cabalgando de ciudad en ciudad para intentar engañar al destino.
Desde que se abatieron sobre ellos dos desgracias. Millones de votos se le escaparon a Podemos y los resultados electorales les situaron como llave del Gobierno de Mariano Rajoy, porque los nacionalistas ya no sirven para eso.
El destino les ha alcanzado de lleno este primer día de octubre. Los socialistas afrontan una cita dramática con su Historia. Tendrán que decidir entre la desdicha y la calamidad. Tanto si gana Pedro Sánchez como si lo hace Susana Díaz. Si el todavía líder socialista -desperado hombre del teatro político- se sale con la suya, el destino son unas terceras elecciones en las que el PSOE corre el riesgo de evaporarse. Si triunfa la reina del sur y los diputados socialistas hacen presidente a Rajoy, dejarán el camino expedito para que Podemos se haga con la hegemonía de la izquierda definitivamente.
¿Quién gestionará la abstención? Nadie se atreve a defenderla en voz alta. Y el que lo haga tendrá que explicarlo a los militantes y a los votantes con lágrimas en los ojos, porque es muy probable que la Muerte acabe alcanzando al PSOE.