Ha ocurrido en Colombia donde contra todo pronóstico ha ganado el «no» al proceso de paz; ocurrió en Gran Bretaña con el «brexit», en España el 20D, cuando la encuesta del CIS, la más fiable se supone, apostaba rotundamente por la victoria de Podemos frente a un PSOE debilitado, y puede ocurrir de nuevo si como parece se celebran nuevas elecciones en diciembre, de manera que cuidadín, cuidadín no sea que los deseos se conviertan en humo.
Son muchos los que apuestan por unas terceras elecciones de las que podría salir reforzado el PP que conseguiría más de 150 diputados, dejando malheridos a los socialistas. Hasta aquí los datos que filtran desde Moncloa, lo que en modo alguno quiere decir que vayan a ser esos los resultados cuando se abran las urnas.
Entre otras razones porque si bien es cierto que la situación del PSOE es endiablada, también lo es que la del gobierno no es muy boyante después de ver en el banquillo de los acusados a los mandamás de la trama Gürtel y de las tarjetas black. Un espectáculo sin precedentes que alguna repercusión tendrá entre los votantes, por más que en el PP estén convencidos de que la factura de tanta corrupción ya se ha saldado.
Dicen que Rajoy y una parte de su equipo de gobierno en funciones están sopesando la posibilidad de apretar las tuercas a la nueva gestora de los socialistas de cara a la próxima investidura de líder del PP. Harían bien en seguir los consejos de Albert Rivera, en el sentido de que quién tiene que moverse ahora es Rajoy, no sea que las cuentas no le salgan si vamos a una nueva contienda electoral. La prepotencia es mala consejera, y ya se sabe que las urnas las carga el diablo.
Facilitar la abstención del PSOE sería lo mejor para el país de cara a la formación de un gobierno destinado a hacer las reformas más urgentes que la sociedad necesita, y no solo las que reclaman desde Bruselas que tal y como reconocen desde el FMI se ha demostrado que son ineficaces en lo político, ya que solo han servido para la irrupción de nuevos partidos que han puesto patas arriba el bipartidismo, y en lo económico porque son muchos los que se han quedado en la cuneta con tantos recortes, mientras veían como aumentaba el número de ricos en nuestro país.
Dice Borrell que gobierne quien gobierne tendrá que vérselas con Bruselas porque los recortes van a ser brutales. Pregunto: Y si es así ¿cómo es que no se lo dijo a Pedro Sánchez para que dejara de enredar con gobiernos imposibles?. Seguramente porque de haberlo hecho sus expectativas futuras se habrían esfumado, las de Borrell y las de Sánchez, dejándonos un país más fragmentado de lo que ya está.
Pero si a Rajoy se le pide templanza, la misma medicina habría que recetar a Pablo Iglesias, el líder de Podemos, quién lleva semanas amenazando con el infierno, con la ruptura de los pactos que tienen firmados con los socialistas en comunidades como la de Aragón, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valencia, si finalmente estos apoyan la abstención.
Una actitud que dice poco del talante de Iglesias y de algunos miembros de su formación, pues hay que recordar que fueron ellos los que impidieron que Sánchez formara gobierno cuando lo intentó. Ahora ya es demasiado tarde, pero no tan tarde como para obligar a quién tome las riendas del gobierno a llevar a cabo programas sociales que alivien la vida de quien más lo necesita
. Reformas con vistas a los tiempos que corren, tan convulsos e impredecibles que pueden poner en peligro la democracia si entre todos no logran ilusionar a su electorado, cada uno al suyo, porque el futuro siempre está por escribir.