Es hora que se diga claro y alto, la corrupción y la política está íntimamente unida, como uña y mugre.
Por supuesto existe a nivel de empresas con departamentos de compra; pero los daños colaterales son más limitados, la duración y las cuantías no son ni cercanas y suelen ser detectados y eliminados más rápidamente.
Pero la verdadera y notoria corrupción la que estrangula el progreso de los países, que roba a los mismo que la alimenta, como una desagradable broma de la vida; es la de los gobernantes, los que disfrutan el placer de gastar dinero ajeno, los que prometen mientras las urnas están vacía y que olvidan cuando se llenan.
Yo castigo siempre que puedo a quienes toman partido de un lado u otro, creo que si debe de haber un centralismo, ese debe ser el del pueblo, cualquier ciudadano que se deja llevar por las promesas electorales, se está fallando a sí mismo y al resto del pueblo, lo único que debe servir como incentivo, son las mejoras del país desde las últimas elecciones, esa es nuestra única arma, los resultados.
Cuando votamos, estamos firmando un cheque en blanco para que uno u otro, tome nuestro dinero y nuestro destino, destino que conlleva el de nuestros hijos y los suyos. ¿Que hubiera pasado su el ex del PSOE, hubiera salido elegido?, nuestros destinos estaría en las manos de alguien a quien no le importó mentir y engañar a sus propios compañeros, alguien para el que el fin justifica los medios. Alguien que se marcha de vacaciones a California, mientras su partido está en descomposición, pudriéndose por la inmundicia que él ha traído.
Que limites puede tener personas como esas, son los mismo limites que no tienen, los que roban de las arcas para su lucro propio, los mismos que hoy están sentados en banquillo ante jueces, los mismos que muy posiblemente salgan libres, que haga pactos para ser beneficiado mediante la traición, la delación a quienes fueron compañeros de viajes o lo que es peor, a inocentes que conviene que sean chivos expiatorios, propicios para tácticas políticas, tales tácticas de justicia son tan desdeñables como los crímenes que se juzgan donde se mezcla agua clara y barro para intentar obtener una pieza que hornear y darle una utilidad.
Religiones hay que dicen de un fin cercano, libros cuentan de días de maldad y corrupción como estos, sea que estén en lo cierto o lo errado, lo innegable es que no hay país donde el pueblo no esté en conmoción, no hay país que no ande por el filo del barranco. Podemos y debemos criticar nuestra corrupción, pero el césped no esta mejor en el jardín del vecino
Pero no podemos culpar a nadie, somos nosotros los que con nuestra desidia hemos dejado que aquellos a quien pagamos, sean los que nos manden, los que manejan las riendas y nosotros los que tiramos del carro, como si de una comedia se tratara pero que es una triste realidad.
La farsa ha llegado a tal punto, están tan torcidas las razones, que asesinos se presentan como líderes, líderes se doblegan ante terroristas, terroristas se llaman a sí mismo libertadores y el pueblo asienta y calla.
Mirar Colombia, se critica los resultados de la voz del pueblo, porque no quiere que políticos hagan políticos a una banda de asesinos, terroristas, traficantes de droga, seres humanos, órganos humanos, secuestradores de adultos y niños, ladrones… se critica que la razón de los que viven cada día del trabajo de sus lomos, los que obedecen las leyes, los que ha sufrido los escarnios de la violencia no sea suficiente, que se permita elegirse en líderes del pueblo a los responsables de tanta atrocidades, por ponerse una camisa blanca y decir «que da perdón» (ni siquiera lo pide).
O en nuestro país, que al responsable de haber truncado cinco vidas, cinco naciones que hubieran salido de ellas, se le condena a una pena de cárcel que con toda probabilidad no cumplirá; porque nuestras leyes, solo considera el menor castigo posible.
Nos preguntamos a veces, porque las personas honestas no suelen triunfar… ¿Si tú eres honesto, si tú eres honrado, contratarías a quien sabes que no lo es? – Pues por la misma razón, el ladrón, el sinvergüenza no te contratara a ti.
¿Qué pinta el pueblo en todo esto?… Nada, no pintamos nada.