Santiago López Castillo

Salvados por el huracán

Salvados por el huracán
Santiago López Castillo. PD

La mayoría de las veces son ellos los que salvan nuestras vidas. En los seísmos, tifones, huracanes, tempestades, demoliciones… Esta vez no. El impío huracán «Matthew», que azotó toda Florida y parte del universo, ha servido para que el hombre no sea excluyente y comprenda que los seres que nos rodean también son hijos de Dios. El Jacksonville Humanne Society, centro que alberga a nuestros queridos amigos (déjense de amos y esclavos), dio la voz de alerta al ver que perros y gatos corrían en manada, despavoridos. Había que acogerlos. Serían, grosso modo, unos doscientos. El pueblo norteamericano tiene a gala la generosidad y la buena acogida siempre que no vaya enfundada en la mochila del terror yihadista.

En mi experiencia como animalista, nunca ecologista, tiene componentes políticos, a los que no soy adicto, conseguí brindar a los telespectadores de «En Verde», mi último programa en TVE-2, con un episodio único, inigualable: un labrador, perro hermano del golden retriever, la raza pura de mi inolvidable «Niebla», salvó de la muerte a su inseparable amigo, que era un ciego colombiano, bajándole hasta el suelo, paso a paso, desde la planta 112 de las Torres Gemelas de Nueva York en la fatídica fecha del 11-S .

– «Mi perro fue mis ojos y mi vida…»

El otrora corresponsal de TVE, hermano de la Milá, cara de pasa, Lorenzo Milá, se negó a realizar un reportaje exclusivo. Pero como iba de progre, descorbatado y lelo, me obligó a contratar un equipo free-lance en Nueva York que hizo del caso un auténtico cuento de Navidad cuya letra y música la puso este humilde servidor. Un reportaje espléndido. No por mí sino por el perro «Solty» que salvó de la muerte a su fiel y mejor amigo y viceversa si así hubiera ocurrido.

Tengo ante mí -en mi colección de soldaditos de plomo que pueblan las estanterías de mi librería- una figura emotiva, inigualable, en la que un bombero USA lleva en sus brazos a un perro divino rescatado del fuego. Me enternece la estampa chamuscada de dolor y afortunadamente salvada. Pero a lo que iba. Hasta los damnificados del huracán «Matthew» sienten los aullidos y mugidos de los gatos.

Nuestros mejores amigos, incluidas las ardillas, nos advierten de la catástrofe que se avecina.

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