Arcadi Espada

Por los 11, morituri

Por los 11, morituri
Arcadi Espada.

El partido socialista está gestionando 11 patriotas que se abstengan y salven España. Creo que mi deber es ayudar y exponer algunos criterios para el complicado trance de la selección.

No puede haber mujeres. Y no crea el listo que porque yo discrimino al sexo débil, las mujeres y los niños primero. ¡Quia! Sólo es que cuando una mujer dice no es no. Tampoco catalanes: el socialista catalán está en fase de extinción.

Antonio Hernando no puede ser, porque es obligatorio que al menos quede uno para contarlo. Ni DíaZ ni FernándeZ ni SáncheZ: el pzoe debe seguir siendo el partido que más se parezca a España.

Cualquier ingeniero nuclear, cualquier bombero, deberán dar un paso al frente. Aunque el grueso debería ser de, simplemente, andaluces. Son muy flamencos y tienen, por lo que comen, una larga tradición de abstenia solitaria. No ha de haber entre los 11 ni uno solo con lengua propia: cada 15 días desaparece una lengua en el mundo.

César Luena. Y asturianos: bajan a la mina cantando. Es delicado, pero también habrá que examinar radiografías y hemogramas como se examinan declaraciones de renta y de bienes: «Un bel morir tutta una vita onora».

Ahora que hablo en italiano, ayudaría que el día de la selección sonara Ma il cielo è sempre più blu, la canción de Rino Gaetano que cantan las triestinas mientras juegan al póker.

Es una canción bellísima, cargada de criterios: «Chi ha crisi interiori, chi scava nei cuori/ Chi legge la mano, chi regna sovrano/ Chi suda, chi lotta, chi mangia una volta».

Por lo demás, espero de la organización socialista que sea perfectamente consciente de los irreversibles efectos colaterales de la acción patriótica.

A diferencia de los valientes de Fukushima, a los 11 últimos que se adentren hasta el núcleo ígneo de la corrupción, la incompetencia y la mala fe, allí donde los espera Mariano Rajoy fumándose un puro, no habrá escafandra que los proteja. Nada protege de la contaminación moral.

Por lo tanto, una vez hecho el juramento perjuro ninguno de ellos podrá ocupar ya más su escaño en el congreso, por la seca evidencia de que contaminarían a sus compañeros. Quien cruza la Infravestidura no vuelve, y ellos ni pueden ni deben volver.

No sólo volver: tan rápidamente como sean depuestos y sustituidos por el diputado siguiente, serán olvidados. Y con ellos su gesto: la guerra del golfo no tuvo lugar, posmoderno. Bien sé que es así, como cayendo los hombres, se alzan los pueblos.

Pero antes de que todo se desvanezca he querido cantar a los héroes que habrán sucumbido por un sí es no es. Y honrar su tibieza, su Antiespaña.

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