Eleonora Bruzual

La careta se la puso un liderazgo errático

El histrionismo de Castro hizo armonía con la condición de coplero de Chávez. Se encontraron pues el hambre con las ganas de comer, y era cuestión de organizar bien todo, para en su momento "Poner la mesa" para engullirse a Venezuela

La careta se la puso un liderazgo errático
La periodista Eleonora Bruzual. PD

Particularmente considero erróneo ahora, después que el mundo entero ha visto patear la voluntad de todo un pueblo para poner término al espantoso sistema castrochavista de manera constitucional y democrática a través de un referéndum revocatorio decir que ese régimen se quitó la careta de democracia para mostrar su verdadera cara.

El castrochavismo padecido en Venezueladesde aquel 1999 cuando Hugo Chávez tomó posesión como presidente electo nunca ha sido un gobierno democrático. Siempre ha sido una neotiranía con los mismos crímenes y las mismas argucias de las viejas dictaduras comunistas.

Nunca el chavismo ha sido democrático y esto lo sustento en cantidad de hechos conocidos y claros. Les muestro solo uno: En su toma de posesión el invitado especial fue el sátrapa cubano Fidel Castro, quien ya se sentía dueño de Venezuela y simplemente con paciencia disimulaba hasta el momento del zarpazo letal.

El castrochavismo se gestó en La Habana, cuando ese zorro maligno que es Fidel Castro calibró al tropero ambicioso que fracasó en su intento de tomar el Poder el 4 de febrero de 1992.

Lo calibró y se jugó a una carta su más elaborado plan. Dos años tuvo que esperar para poder encantar a aquel militarote envidioso cuya obsesión era cobrarle a un país sus complejos y carencias.

Transcurrieron y así, una vez le exoneraron de toda culpa por el brutal golpe de estado contra un gobierno democrático, lo invitó a Cuba. El histrionismo de Castro hizo armonía con la condición de coplero de Chávez.

Se encontraron pues el hambre con las ganas de comer, y era cuestión de organizar bien todo, para en su momento «Poner la mesa» para engullirse a Venezuela.

Ese 13 de diciembre de 1994 como el mismo tropero lo contaba, en un avión de Cubana de Aviación llegó a La Habana. Llegó con su horrible traje de poliéster y sus planes canallas donde la toma del Poder justificaba todo…

Llegó el que había sido despreciado por el mismo Foro de Sao Paulo, quizá porque sus cabecillas no tenían la capacidad de observación del tirano cubano que ya simplemente ponía en marcha el plan que comenzó en el mismo aeropuerto José Martí cuando ordenó que al tropero golpista lo llamaran por los altavoces.

Y lo llamaron: «Al pasajero Hugo Chávez lo esperan allá abajo», y junto a uno de sus compinches golpistas, hoy en los Estados Unidos convertido en canario cantador de crímenes y saqueos, se sobrepuso al sacudón inicial y le dijo a Rafael Isea: «¿qué es esto? Bueno, vamos».

Y fueron… y no los recibió un segundón. No, lo recibió el propio Fidel Castro. El mismo Chávez narra el encuentro y yo solo lo voy a transcribir. Así lo contó: «Me imaginé que era Eusebio Leal que estaba ahí esperándome o alguien de protocolo, cuando veo a Angelito, el jefe de protocolo de Fidel -yo no lo conocía-, llega, me saluda y me dice: Allá abajo lo están esperando.

Cuando me asomo a la puerta del avión lo veo a él, a Fidel, al «Caballo» allá parado esperándome en la puerta de la escalerilla. Fidel entendió rápido lo que había ocurrido y entendió rápido lo que estaba aquí comenzando a ocurrir».

Y claro que entendió rápido. Tenía demasiados años deseando apropiarse de los recursos de este país petrolero y le había llegado el traidor que con su ayuda aprovecharía las vías que ofrecía la democracia, sería electo presidente y de allí en adelante lo que se requería era atornillarle al Poder, pedir una Asamblea Constituyente, hacerse una nueva Constitución a la medida de los planes y montar un entramado para que se iniciara la nueva manera de imponer tiranías con maquillaje democrático, asunto mucho más provechoso que aquellas luchas armadas que ya quedaban para la historia.

Un día después, el 14 de diciembre de 1994 Fidel Castro y Hugo Rafael Chávez Frías montaron en el Aula Magna de la Universidad de La Habana un templete que la izquierda canalla tanto nacional como internacional aplaudía.

Chávez probó sentirse Jefe de Estado y Castro que se lo permitió, aseguraba que la Venezuela foco de todas sus ambiciones era suya. Y como ha sido suya por más de 17 años, ahora con la marioneta que es Maduro simplemente deciden que va y que no va… A quien apresan, a quien prohíben salir del país, que se elige y que no.

Ahora -y que conste que esto no me da placer- se comprueba que los que hemos sido tildados de radicales teníamos razón porque comunista no sale por votos. Con ellos no hay salidas electorales porque simplemente lo controlan todo y patean por igual al ciudadano sea éste líder opositor o simple votante.

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