Manuel del Rosal

Escatología política o política escatológica

Escatología política o política escatológica
Manuel del Rosal García. PD

«La palabra escatología tiene dos acepciones en el diccionario de la RAE. Son estas: 1. Conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba. 2. Uso de expresiones, imágenes y temas soeces relacionados con los excrementos.»

A la política que defienden y que practican en los sitios donde gobiernan los nuevos partidos que han irrumpido en estos dos últimos años en España, podríamos catalogarla de escatológica. En lo referente a la primera acepción, creo no equivocarme al decir que Podemos y todas sus marcas blancas y negras basaron sus campañas en la escatología de ultratumba. Ellos eran la nueva aparición fantasmal de las políticas muertas. En cada mitin y en cada conferencia hacían aparecer a los muertos del odio, el rencor y el resentimiento de la muerta y bien muerta política comunista de tan infausto recuerdo. Sus programas y sus promesas eran y son de ultratumba, su comportamiento, de zombis anclados en el légamo oscuro de los cementerios. Ahora Madrid, una de las marcas – más bien negras – de Podemos ha resucitado los fantasmas del franquismo, cuando ya nadie piensa ni lo más mínimo en esa etapa de la historia de España, permitiendo que los fantasmas de unos sustituyan en el nombre de las calles a los fantasmas de otros. Carmena y sus damas de honor como Maestre y Mayer, desde que ocuparon el poder en Madrid de la mano de un PSOE escatológico – pues está casi muerto – no han propuesto y menos hecho nada que no sea levantar las losas de las tumbas del ayer para dejar escapar el tufo a podrido de unas políticas que fueron reducidas a cenizas hace muchos años. La última representación de la pútrida política escatológica que practican estos partidos anclados en los cementerios abandonados de un comunismo, no ya hecho puritito esqueleto, sino amasado en esa mezcla de tierra, larvas y gusanos, nos ha venido – como no podía ser de otra forma – de la Barcelona de Ada (¡cuidado!, Ada no hada) Colau. La exposición sobre el franquismo expuesta en el Born ha terminado, como no podía ser de otra forma, en el más espantoso ridiculo: hasta los más leñeros del franquismo la han criticado. Colau, llevada de su odio irreprimible a una etapa de la historia de España, y al igual que otros de sus conmilitones; quiere que volvamos a 1934. Claro, para ello echa mano de todo lo que ya está muerto. Su escatología política quiere penetrar a través del tiempo en el pasado ya muerto, podrido y convertido en cenizas. Para ello convoca a todos los fantasmas y a todas las apariciones de un tiempo ya finiquito y que, por más vudús e invocaciones satánicas envueltas en el pestilente humo de la escatología más cutre, no volverán. Esto en cuanto a la primera acepción de la palabra escatología, en cuanto a la segunda (su relación con los excrementos) baste mirar – por ejemplo – como la lucha con la pobreza energética se ha quedado en una pelea de colegio de primaria, la eliminación de los desahucios en un suspiro perdido en el aire y la implantación de una renta vitalicia para que aquí nadie de un palo al agua, en la petición de la subida del sueldo mínimo Esto es así porque la política que anunciaban durante las campañas estos partidos escatológicos, vomitando promesas irrealizables para que fueran oídas por los ilusos ciudadanos, no eran y no son más que la defecación de una mala digestión de comunismo rancio y pasado de fecha de caducidad.

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