Carlos Rubio Romo

Ponzi estaría celoso (y 1)

Ponzi estaría celoso (y 1)
Carlos Rubio Romo

La Historia es así de injusta a veces. El nombre de Carlo Ponzi (¡vaya por Dios, un tocayo!) es el que se ha elegido para describir las estafas piramidales, si bien parece ser que él se inspiró en las andanzas de  otro delincuente llamado William F. Miller. Ya ven que Ponzi, aunque fuera involuntariamente, robó hasta al tipo que ideó este tipo de estafa.

En 1919 este ladronzuelo italiano emigrado a EE.UU. se hizo famoso porque estafó a miles de personas a las que prometía intereses del 50% al cabo de 45 días o del 100% al cabo de tres meses si compraban sus cupones.

Evidentemente muchos picaron el anzuelo y, mientras continuaron entrando infelices en el juego, los intereses se repartieron puntualmente hasta que aquello se derrumbó como los castillos de arena que yo hacía de pequeño en la playa.

Unos años antes, en 1889, Otto Von Bismarck tuvo la peor idea de toda su vida e implantó en Alemania un sistema de jubilación por reparto. Progresivamente, muchos países copiarían semejante idea. Vamos a ser indulgentes o inocentes o directamente tontos y pensar que lo hizo con buena intención. En cualquier caso, buena o mala intención, la estafa piramidal más gigantescamente colosal de la Historia acababa de nacer, años antes incluso de las fechorías de Ponzi, Miller o más recientemente del astuto Madoff, de Afinsa o Forum Filatélico. La bola de nieve empezaba a rodar llevándose todo por delante.

En efecto, el sistema de jubilación por reparto es una megaestafa pero no sólo financiera sino también moral e intelectual.

Imagínense que cuando comenzamos nuestra vida profesional, se diera lugar esta escena:

MI JEFE: tienes que meter o-bli-ga-to-ria-men-te el 28,3% de tu sueldo en un depósito del Banco «X».
YO: ¿por qué? ¿Y si quiero meter menos? ¿O más?
JEFE: porque sí. Es así y punto.
YO: ¿Y no puedo comparar y elegir otro Banco?
JEFE: No. Son lentejas.

Me dirijo al Banco en cuestión…

YO: ¿Cuánto dura este producto? ¿Cuál es el plazo para recuperar capital e intereses?
BANCO: (con una leve sonrisa). No sé
Esto huele mal…
YO: ¿Qué cantidad voy a recuperar al cabo de «nosécuántosaños»?
BANCO: (con una sonrisa). No sé.
YO: Pero…
BANCO: (con una gran sonrisa). Su dinero servirá para pagar a los clientes actuales.
YO: ¿Eeeehhhhh? ¿Pero esto qué es? ¿Y qué hay de lo mío?
BANCO: (conteniendo la risa). Pues Usted cobrará si hay nuevos clientes.
YO: ¿Y si no hay?
BANCO: (silbando) Pues…imagínese.
YO: (conteniendo mi cabreo). Al menos si yo fallezco, quiero que el dinero que he depositado mes tras mes sea para mi viuda. Lógico, ¿no?
BANCO: (riéndose ya con algunas carcajadas) Sí pero en ese caso, la mitad será para nosotros.
YO: (Con bastante cabreo ya…). Pero ¡qué abuso!, ¿no?
BANCO: (no puede responder porque se está partiendo). Jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj
YO: Y si fallecemos mi esposa y yo, nuestros hijos recuperarán todo, ¡¡¿no?!!
BANCO: (carcajeándose ya sin ningún pudor). Pues si son un poco mayorcitos, to-do será para el Banco.

Ya el cabreo es monumental y agarrándole de las solapas le digo:

YO:¡¡¡Toda una vida trabajando y ahorrando durante un plazo desconocido, sin saber lo que cobraré, sin poder elegir ni banco ni duración del depósito, sin que mi viuda ni mis huérfanos puedan heredar lo que yo he pagado!!!, ¡¡¡pero ¿esto qué es?!!!
BANCO: (completamente descojonado, llorando de risa literalmente). Eso, querido amigo, es SO-LI-DA-RI-DAD.

No pudiendo ya más, me lío a palos con él…

Cambie ahora, amable lector, al personaje «BANCO» por el Estado, al «depósito» por la pensión y al «YO» por cualquier cotizante y tendrá Ud. lo que es nuestro sistema de pensiones: una estafa financiera de primera. Y unos estafados: los cotizantes y también los pensionistas puesto que antes fueron cotizantes.

¿O acaso no es una estafa financiera no saber lo que uno va a cobrar cuando se jubile…si es que cobra algo?

¿O no saber cuándo podrá retirarse?

¿O que cambien las reglas de cálculo cada poco?

¿O que el cónyuge de un jubilado difunto sólo cobre la mitad de lo que él cobraba de pensión?

¿O que los hijos no cobren nada a partir de una cierta edad?

¿O que si has trabajado menos de quince años, no tienes derecho a una pensión pero en cambio sí habrás pagado durante ese tiempo tus cotizaciones?

¿Tiene el Estado-ladrón derecho a reírse así de las personas? ¿A estafarnos así?

Unos ejemplos para ilustrar el permanente cambio de reglas que el Estado-ladrón perpetra cada poco:

En 1984 bastaban 8 años de cotización para acceder a la pensión máxima (no 37 como ahora), se jubilaban a los 65 no 67 como ha fijado la ¿última? reforma y la base reguladora se calculaba sobre los 2 últimos años de salario y no 25 como ahora.

«Gracias» a la reforma de 2013, todos los nacidos entre 1960 y 1980 cobrarán un ¡¡¡40%!!! menos que lo que les hubiera correspondido antes de esa reforma. Esos desgraciados, cuando se jubilen, se convertirán en la práctica en indigentes. ¿Y quién vendrá en su ayuda? ¿Sus hijos, que por obra y gracia de una castuza derrochadora culpable de un déficit público estratosférico y de una deuda pública que ya supera el 100% del PIB, tienen sueldos que no les llegan para nada?

Según la consultora Salvetti&Llombart en 2010 el 20% de los jubilados tuvo que ayudar a sus hijos. En 2015, ese porcentaje subió hasta el 80%. Escalofriante.

¿Y qué sucederá cuando las pensiones se dividan por la mitad? ¿Quién va a ayudar a quién? Fácil: nadie a nadie.
Y aceptando que esa es la realidad, que el Estado-ladrón nos condena a la pobreza ¿por qué no hay un levantamiento, una revolución, un golpe de Estado…algo?

Pues bien, porque estamos completamente formateados, manipulados, desde la cuna hasta la tumba, para aceptar una serie de dogmas (laicos, ¿eh?) que no dejan ni el más mínimo resquicio para otra cosa que no sea el pensamiento único, lo políticamente correcto.

Es lo que yo llamo un fraude intelectual porque nos priva de la reflexión, de la crítica y de la proposición de alternativas y condena a los pocos que alzan su voz a la exclusión social, a la expulsión del rebaño, al averno donde se cuecen los contestatarios.

He aquí algunos ejemplos de mantras que, cual Hare Krishnas, nos repiten los políticos, la mayoría de los medios y los bienpensantes:

• «Las pensiones sólo pueden ser garantizadas por el Estado. No hay otra solución.»

• «Hay un contrato intergeneracional por el cual los activos se ocupan de los pasivos.»

• «Hacer eso es solidaridad» (sobreentendido: el que se opone es un antisolidario, un asqueroso capitalista que sólo piensa en su dinero, el muy cerdo egoísta).
• «Este sistema protege a los más pobres.»

El número de argumentos contra tanta mentira es tan grande que podríamos escribir un libro. Vamos a dar sólo un argumento contrario a cada mito que acabo de citar que puedan servir para la reflexión y para romper las cadenas del pensamiento único:

• ¿Por qué más de treinta países en el mundo han adoptado un sistema total o parcialmente de capitalización? Entre ellos: Chile, Perú, México, Australia, Suecia, Estonia…Y ¡¡¡funciona!!! Y, además, bastante mejor que la estafa piramidal. Por lo tanto, ¡¡¡claro que hay otras soluciones!!!

• ¡¡¡¿Contrato intergeneracional?!!! Por definición un contrato es un acto voluntario entre dos partes. Pagar el 28,3% de su sueldo para pensiones más otro 8% para desempleo, formación profesional y FOGASA no tiene nada de voluntario. Es un acto coactivo del Estado-ladrón. Y, por cierto, si es algo aceptado alegremente por la gente, ¿por qué nunca aparecen en nuestras nóminas las cotizaciones pagadas por la empresa, puesto que también forman parte del sueldo de cada empleado? Fácil: porque nos daríamos cuenta que nuestros sueldos son muchísimo más elevados de lo que recibimos en neto cada mes y que lo que falta nos lo ha robado el Estado.

Así, un milerurista descubriría que todos los meses el Estado-ladrón le sisa más de 400€. ¡¡¡Todos los meses!!!, o sea casi 5000€ al año.

• La solidaridad, por naturaleza, es voluntaria. Los políticos manipulan el lenguaje para que sus estafas sean aceptadas sin chistar.

Si se trata de solidaridad, ¿por qué entonces no nos permiten que lo seamos con nuestros seres más próximos: cónyuge, hijos? Sería lo lógico, ¿no?

• No y mil veces no, este sistema no protege a los más pobres, ¡¡¡este sistema genera pobres!!! Los cotizantes, porque todos los meses les son arrebatados un tercio de sus sueldos y los pensionistas, porque reciben pensiones de miseria que apenas les permiten sobrevivir.
Por supuesto que no hay que dejar tirado a nadie. Ninguna nación decente se lo permitiría y menos nuestra patria, pero con la excusa de ayudar a los más necesitados no debemos seguir alimentando una gigantesca estafa piramidal.

(CONTINUARÁ…)

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