Dicen por ahí las malas lenguas que Pablo Iglesias se ha gastado un pastón en que le coloquen un armario empotrado en su pisito. El armario ocupa toda la pared principal del salón.
El «pisito» de protección oficial de 108 m2 que ocupa Pablo Iglesias a pesar de incumplir la normativa ya que Pablo Iglesias gana más de 100.000 euros anuales, entrando de lleno en la casta privilegiada a la que él tanto criticó durante su campaña electoral, ha sido modificado para poder albergar un gran armario empotrado con la suficiente capacidad como para albergar en su estómago un número muy alto de blusas y camisas; chaquetas no. Pablo Iglesias no se cambia de chaquetas, sino de camisas.
Apareció en la escena política vistiendo la camisa de los «descamisados», de los pobres, de los desheredados a pesar de ser ya un privilegiado y pertenecer a dos castas, la universitaria y la política. Más tarde vistió la camisa del populismo sectario, falso e hipócrita de quienes juegan con los sentimientos y los instintos más bajos de las personas. En las semanas siguientes vistió la blusa blanquísima de lo impoluto, la rectitud, la bondad y la generosidad ocultando la corrupción que le venía de Venezuela e Irán. Antes de las elecciones de diciembre se vistió con la camisa roja del comunismo, para después del resultado vestirse con la camisa azul de la socialdemocracia. Con la camisa estampada con el doberman del odio incitaba a las gentes contra Rajoy, principio y causa de todos los males que nos aquejan, con la camisa gris del resentimiento espetó a Sánchez lo de la cal viva. Con la camisa verde se acercó a los independentistas para decirles que contaran con él para lo del referéndum. Una camisa semejante a un poncho del altiplano se la pone el día de la Hispanidad para decir que aquello de Colón fue un genocidio. Atravesada por los siete colores del arco iris, tiene una que utiliza el día del orgullo gay, mientras al lado de esta cuelga otra con el dibujo estampado del «coño insumiso» que utiliza los días que apoya a las feministas. Tras las elecciones de junio y la tremenda decepción – aún no digerida – de haber fracasado en el «sorpasso» al PSOE, fue a su armario y sacó la camisa amarilla de la rabia mal contenida con la que vistió sus actos ofreciéndose a Pedro Sánchez para formar un «gobierno alternativo». Pero hete aquí, amigo mío, que Pedro Sánchez sale defenestrado tras recorrer el laberinto del No, No y No creado por él mismo y todos los cálculos se le cayeron a Pablo. En ese momento Pablo supo que todos sus sueños de gobernar se habían esfumado. Enrabietado, echando espuma por la boca abrió su armario y sacó para vestirla la camisa de los escraches y montó uno en la Autónoma y ya prepara la camisa del resentimiento, la envidia y el rencor que es de un color pútrido, terroso y amarillo ictericia para rodear el Congreso el día de la investidura de Rajoy.
El armario guarda en su fondo más camisas y blusas con diferentes colores y estampados, para que Pablo las vista en función del acto al que va a asistir o de lo que va a echar por su boca. Y en el fondo más oscuro e impenetrable de ese armario, Pablo tiene colgada la camisa que más le gustaría vestir, pero que, de momento, no puede vestirla. Es la camisa del poder, es esa camisa negra que visten todos los dictadores, tiranos, absolutistas, déspotas y opresores que en el mundo han sido y lo son. Es la camisa que, una vez instalado en el poder, Pablo vestiría de inmediato para no quitársela durante el tiempo en que el poder esté en sus manos. Mientras espera alcanzar el poder, Pablo irá descolgando las diferentes camisas que cuelgan de su armario y vistiéndolas de acuerdo con el acto a realizar o con las promesas a prometer. La camisa negra de la tiranía, del despotismo, de la opresión permanecerá oculta en el rincón más oscuro del armario esperando su momento. Esperemos que ese momento nunca llegue, pero eso va a depender de la percepción que los españoles tengan de las intenciones ocultas tras las camisas de diferentes colores que viste Pablo y con las que tapa su verdadera intención: VESTIR LA NEGRA CAMISA DEL PODER PARA HACER LO QUE YA DIJO LENIN AL DEFINIR EL COMUNISMO: «EL COMUNISMO ES TODO EL PODER PARA MI MÁS LA ELECTRIFICACIÓN DEL PAÍS». Con la particularidad de que con Pablo la electrificación de España se puede convertir en la electrocución de la misma.