Artículo de Jaime González en ABC

«A Baldoví le ha hecho falta casar a una hija para darse cuenta de la utilidad de un traje»

"El populismo entiende la política como un juego de las apariencias en el que la imagen tiene que ser reaccionaria de los pies a la cabeza"

"A Baldoví le ha hecho falta casar a una hija para darse cuenta de la utilidad de un traje"
Joan Baldoví y sus estéticas. EP

Jaime González, jefe de opinión de ABC, se cachondea este 26 de octubre de 2016 del líder de Compromís en el Congreso de los Diputados, Joan Baldoví. tras darse cuenta de que hay otra estética mucho más útil que la de sus habituales camisetas reivindicativas.

Arranca así el texto:

Para amortizar el traje que llevó a la boda de su hija, el portavoz de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, acudió ayer al Palacio de la Zarzuela hecho un pincel. Con lo que se demuestra que la izquierda radical también se mueve por criterios contables: en función del coste, Baldoví ha decidido ponerse el traje por una elemental cuestión de rentabilidad. A Baldoví le ha hecho falta casar a una hija para darse cuenta de que un traje puede resultar más útil que una camiseta.

Apunta que:

Si uno se mueve por la vida aplicando criterios racionales, se puede ser muy de izquierdas y llevar traje y corbata cuando la ocasión lo demande. Pero si por ser muy de izquierdas uno renuncia al traje cuando la ocasión lo requiere, la ideología se pervierte tontamente y queda uno como un perfecto botarate, que es lo que le ocurre a Pablo Iglesias cuando acude al Palacio de la Zarzuela con un jersey, en vaqueros y zapatillas. El populismo entiende la política como un juego de las apariencias en el que la imagen tiene que ser reaccionaria de los pies a la cabeza. La vestimenta de Pablo Iglesias finge ser natural, pero en realidad responde al viejo patrón: todo se convierte en un instrumento de carga política. Todo es artificio, fachada, un trampantojo que esconde la ausencia de un proyecto al servicio del interés general. Rascas y no hay nada, porque el populismo destila narcisismo: no es capaz de ponerse en lugar del otro, simplemente lo usurpa. El mundo orbita alrededor de su ombligo y, en consecuencia, aprovechará cualquier oportunidad para diferenciarse del mundo: si la ocasión demanda traje y corbata, irá en zapatillas, porque todos sus gestos son la expresión del sedicente.

Y sentencia:

Baldoví no es propiamente un populista, razón por la que ha decidido rentabilizar el traje que llevó a la boda de su hija y contarlo a modo de chascarrillo tras su reunión con el Rey. Ahora hace falta que la izquierda radical emplee en la vida pública el mismo criterio de racionalidad que utilizó Baldoví para ir hecho un pincel a La Zarzuela. En esto soy menos optimista: ni con un millón de hijas casaderas. En cualquier caso, y como lo cortés no quita lo valiente, en honor del portavoz de Compromís me despido como mandan los cánones: ¡vivan los novios!

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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