Este fin de semana se pone fin al año más tonto de la política española desde la feliz recuperación de la las libertades en 1978. Pero hay quien se resiste a ponerle fecha de caducidad. A algunos les hubiera encantado prolongar la tontería y ahora se sienten traicionados por el PSOE por haber permitido un Gobierno de Rajoy. Como si en la mano de los socialistas hubiera estado el impedirlo mediante el «no es no», que era el camino seguro hacia unas nuevas elecciones de las que el PP hubiera salido aún más reforzado y el PSOE aún más hundido ¿O era eso justamente lo que esperaban y de ahí el ataque de contrariedad que sufren Pablo Manuel Iglesias y Alberto Garzón? A las cabezas visibles de Unidos Podemos me refiero cuando hablo de quienes querían que el año tonto de la política española se prolongase con unas nuevas elecciones. Como no lo lograron, ahora se dedican a alimentar la algarada callejera prevista para el sábado en los alrededores del Congreso contra la investidura del candidato del PP porque, según ellos, se trata de una «anomalía democrática».
El argumentario en torno a semejante simpleza es muy florido. Va desde una supuesta operación golpista de los poderes fácticos contra el ya exsecretario general del PSOE, Pedro Sánchez, hasta una abrupta reacción de la «gente» contra los recortes que vienen. Todo ello debidamente manufacturado en la cartelería con el lema «Contra mafia, democracia».
Como gran maestro de ceremonias, naturalmente, no podía haber mejor autor intelectual que Pablo Manuel Iglesias, que ya se ha hartado de decir que todo eso es normal y solo ha de verse en ello un sano ejercicio de participación ciudadana. Les sirve para denunciar el nacimiento de la «triple alianza». Ahí va el último hallazgo del cuñadismo ilustrado que practica el personaje en base a sus lecturas de Lakoff (el poder del lenguaje).
No va del todo desorientado en eso de la «triple alianza». Algo así se está fraguando. Nada de gobierno-de-coalición-de-la derecha, según absurdo diagnóstico de Iglesias, pero sí complicidad clara de los tres partidos comprometidos con el orden constitucional (PP, PSOE y Ciudadanos), respecto a la estabilidad y el sosiego que piden los ciudadanos después de un año tonto en régimen de interinidad. Complicidad imprescindible en estas circunstancias para tomar las medidas apremiantes y llevar a cabo, sin traumas, las reformas que necesita el sistema. Si había dudas sobre la necesidad de que esos tres partidos se entiendan, Podemos las ha despejado con su apuesta por la movilización callejera, incluso en torno al Congreso reunido en pleno.
Por eso sostengo que lo que Iglesias llama «triple alianza» queda más que justificado. Es lo único que puede salvarnos del populismo, la sedición y la inestabilidad. Son las tres amenazas que se ciernen hoy por hoy sobre la salud del sistema.