Antonio Casado

Compromiso de gobernabilidad

Compromiso de gobernabilidad
Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Snatamaría. EP

La diferencia entre el «no es no» socialista de Sánchez y la «abstención» anunciada para este sábado por Antonio Hernando, es que éste nos saca del atolladero institucional y aquel seguía mareando la perdiz cuatro meses más.

En cuanto al relato reprobatorio de las políticas de Rajoy no hubo ninguna diferencia. La única, insisto, es que aquella pintura tenebrosa del cuatrienio prepotente del PP (mayoría absoluta) nos llevaba irremediablemente a las terceras elecciones generales en un año, mientras que discurso de Hernando, incluido el anuncio de la abstención de los diputados del PSOE (con fugas previstas), vence a la obstrucción y contribuye a la estabilidad política reclamada a gritos por la opinión pública.

Los problemas derivados de la interinidad (daños en la economía, la imagen exterior del país, la defensa frente al populismo y el secesionismo catalán, etc.) son de tal gravedad que dejan en segundo plano la documentadísima critica al Gobierno del PP entre noviembre de 2011 y diciembre de 2015.

Lo que no puede ignorarse es el dictamen de los españoles en las urnas. El discurso del destronado Pedro Sánchez ignoraba el hecho de que, a pesar del mal Gobierno de Rajoy, el PP volvió a pasar con nota la ITV de las urnas el 26 de junio. Los españoles volvieron a votarle de forma mayoritaria, aumentando la distancia respecto al PSOE. Por eso en la anterior sesión de investidura, la del 30 de agosto, Rajoy se permitió decir a Sánchez:

«No me riña a mí, riña a los españoles».

Se lo podía haber dicho también a Hernando en la todavía abierta sesión de investidura. No lo hizo. Entre otras cosas porque asume que, a pesar de ser la fuerza mayoritaria, el paso el bipartidismo al pluripartidismo ya no le da para hacer de su capa un sayo.

De ahí que la mejor síntesis de lo ocurrido esta semana en el Congreso, con sus réplicas y contrarréplicas, es el emplazamiento de Rajoy a las otras dos fuerzas de compromiso constitucional (Ciudadanos y PSOE) a resolver por consenso los grandes problemas de España y su sistema político.

Bajo amenaza más o menos explicita de que, de no asumir esos imperativos de diálogo y cooperación, en nombre del bien común («Compromisos de gobernabilidad», lo llama Rajoy), el Gobierno podría utilizar el recurso a nuevas elecciones generales, a sabiendas de que otros saldrían mas perjudicados.

Son las líneas de fuerza de la próxima legislatura. El Gobierno necesitará de la cooperación con PSOE y Ciudadanos, y estos tampoco ganarían nada, sino al contrario, manteniendo un estado de perpetua inestabilidad.

Las tres fuerzas defensoras del vigente orden constitucional deben sindicarse en la defensa del sistema frente a las amenazas del populismo de Podemos y las tentaciones secesionistas del nacionalismo catalán. Así que, aunque haya sido de penalti y en el ultimo minuto, celebremos que ya solo quedan unas horas para dar por terminado el año tonto de la política nacional.

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