Juan Manuel de Prada

El tiempo no ha dado la razón a los socialistas, sino que los ha puesto en su lugar

El tiempo no ha dado la razón a los socialistas, sino que los ha puesto en su lugar
Juan Manuel de Prada. EP

RESULTÓ, en verdad, enternecedor que Antonio Hernando, el portavoz socialista multiusos (pues lo mismo sirve para sostenella que para enmendalla), recurriera, durante el debate de investidura, a la distinción entre ética de la convicción y ética de la responsabilidad.

Tal distinción, realizada por Max Weber, fue la matraca -los más viejos del lugar lo recordarán- empleada por Felipe González para justificar sus penosas palinodias, que a Fraga sirvieron para lanzar aquella sentencia jocosa: «Los socialistas sólo aciertan cuando rectifican».

Por supuesto, toda aquella matraca weberiana no era sino una maniobra de distracción con la que González quería acallar su mala conciencia, por haber cambiado la pana por las corbatas de Hermès; pero su recuperación vintage por parte de Hernando nos permite reconocer al instante que la sombra de González sigue siendo alargada.

Para Weber, la ética de la convicción impone regirse únicamente por principios morales, que deben aplicarse independientemente de las circunstancias; mientras que la ética de la responsabilidad exige tomar en cuenta las consecuencias de las acciones que se adoptan conforme de dichos principios morales, sin renegar ni prescindir de ellos, ni mucho menos actuar por cálculo u oportunismo en un sentido contrario al que dictan los principios morales.

Pero toda esta distinción weberiana son ganas de marear la perdiz con jergas que luego los aprovechateguis utilizan para justificar su falta de conciencia.

Pues, en efecto, es la conciencia la que nos permite descubrir racionalmente el bien y el mal, la verdad y el error; y la que, a continuación, nos permite adaptar nuestra acción a ese juicio teórico previo, encaminándonos hacia el bien que ha de hacerse y alejándonos del mal que ha de evitarse.

Nada tiene que ver el juicio de una conciencia que toma en consideración las consecuencias de nuestras acciones con el oportunismo de quienes no tienen principios, o están dispuestos a cambiarlos según la conveniencia coyuntural, para que sus acciones puedan guiarse únicamente por el utilitarismo o el finalismo más descarnado y maquiavélico (aderezado a veces con grandes irresponsabilidades, como la de impedir que se forme gobierno durante diez meses).

Esto de sacar a paseo la jerga weberiana para justificar las ocasiones en que los socialistas se la han envainado, por conveniencia propia o en obediencia a consignas que recibieron desde instancias más altas, nos parece un ejercicio retórico especialmente odioso.

Sobre todo porque, en su retahíla de supuestos conflictos entre la «ética de la convicción» y la «ética de la responsabilidad», Hernando incluía siempre, a modo de estribillo cínico, un «y el tiempo nos dio la razón». Como siempre hace el sofista, en aquella retahíla se mezclaban asuntos de muy diversa índole: desde querellas internas sobre la definición ideológica de su facción (que con su pan se las coman) hasta episodios tan indecorosos y lesivos como el desmantelamiento de la industria española, que puso nuestra economía de rodillas y nos convirtió en paraíso de la especulación inmobiliaria y en vomitorio turístico.

Ante episodios de esta naturaleza, el tiempo no ha dado la razón a los socialistas, sino que los ha puesto en su lugar: un lugar, por cierto, bastante subalterno, en el que tendrán que afanarse por disputar con Podemos el protagonismo de la oposición parlamentaria; y estamos seguros de que, en esa disputa, recurrirán a la sobreactuación y el histrionismo, y no por convicción ni responsabilidad, sino por conveniencia coyuntural. De momento (no hay más que ver a quien reservó Rajoy sus dardos más ingeniosos), ese protagonismo lo tiene Podemos.

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