La Marea de Pérez Henares

El triunfo de Clint Eastwood

Hay que asumirlo de manera personal por mucho que el error fuera generalizado. Nunca creí que Trump pudiera ganar ya no las elecciones en EE.UU sino y ni siquiera la nominación republicana. Ganó unas y fue cuando empecé a temer por las otras. Pero no acababa de creermelo. Me parecía, y me parece, una especie de Jesús Gil, si quieren mezclado con Ruiz Mateos, pero con parecidos ingredientes esenciales y suponía que era el candidato más asequible para Hilary Clinton que no andaba precisamente sobrada ni de tirón y si de lastre de pasado. De hecho la maquinaria demócrata ya tuvo que emplearse a fondo para conseguir vencer al viejo Sanders que le dio serios disgustos y puso al descubierto sus debilidades.

Trump logró ir comiéndose uno a uno a todos sus rivales republicanos y consiguió la nominación. Hillary parecía inalcanzable y la campaña se le puso de cara con los desafueros del magnate hasta que intervino el FBI, la marcha atrás llegó cuando el daño estaba hecho, y con todo el sistema, hasta los ex presidentes republicanos y el starsistem, Holliwood , el pop , el rock y la música latina, detrás. Por Trump solo daba la cara Clint Easwood, el policía duro y sucio pero justiciero, el vaquero cruel e implacable pero que mata a los malos.

Los españoles no votamos ni tampoco los europeos. Dicen que aquí nunca hubiera ganado. Bueno, ya veremos lo que pasa con Le Pen en Francia. Allí votaban muchos millones de hispanos y parece que si se inclinaron por Hilary como defensa ante las amenazas del populista pero no en la proporción suficiente para darle la vuelta Florida. Quizas los mimos de Obama a los castro hayan mermado afectos. También votaban todavía más mujeres y ha resultado que en su mayoría acabaron haciéndolo por quien hacia del machismo casi una pancarta y lo han hecho contra quien aspiraba a ser la primera mujer presidenta de Estados Unidos.

Se ha dicho que Hilary era mala candidata, y es verdad, pero se ha caído también en la monserga de que Trump también era un paquete y eso ha resultado mentira y es lo que, otro Brexit, otra Colombia, otro 26-j en España, han dejado con las vergüenzas al aire a las encuestas. Los demócratas, mas que Clinton, han movilizado todo lo suyo, pero Trump es el que ha conseguido la movilización decisiva, esa que hace barruntar que va a haber cambio que suele ser lo que pasa cuando hay muchas colas ante las urnas.

Ahí ha estado el vuelco, en el borbotón de un voto oculto, ese que permanecía escondido y que ha aflorado hasta con entusiasmo, dando ese salto y rompiendo la barrera de ese 42% de votos donde el republicano parecía anclado, hasta rozar el 48% y con ello dar el sorpasso en votos electorales. Ese ha sido su salto decisivo, el punto de inflexión cualitativo el voto de la America profunda, de las “tradiciones” hábitos y norteamericanas, de vuelta a esencias y a actitudes. Y ha sido en los lugares claves donde se jugó la elección, en los estado tradicionalmente demócratas y blancos, en Ohio, en Michigan, en Carolina del Norte o en la mismísima Pensilvania. Tump le arrebato a Hilary casi todos estos estados que se consideraban suyos mientras que ella solo pyuedo hacer lo propio con algunos del oeste como Nuevo México o Nevada, donde ahí si, el voto hispano inclino la balanza.

Pero en la mayoría de los lugares clave esta cayó del lado de Trump, aunque fuera raspando, como en Florida donde la secuencia fue la determinante: Trump había empezado arriba, remontó Hilary y llegó hasta tener 3% de ventaja. Todo en ese momento parecía ganado para los demócratas cuando además en los otros estados decisivos andaba con ventaja, pero al sobrepasar el 85% escrutado cambio el sentido y luego fueron cayendo todos los otros en el zurrón de Trump excepto Virginia que se salvo in extremis. Y aunque después llegara el arrase demócrata en el Oeste, sobre todo en California, ya no había remedio. La suerte estaba echada. No tanto en voto popular, empate y con una gotita incluso a favor de Hillary. apenas 30.000 votos en más de cien millones pero si en voto electoral que los demócratas creían que no podía escapárseles. Pues se les escapo todo encima. Además de la Presidencia, el Congreso y el Senado, que retienen los republicanos con lo que con lo que consiguen acumular un poder que ningún partido había logrado tener, el triplete, desde 1929.

Como hispano, me siento parte de esa comunidad planetaria, me gusta aún menos que a muchos Trump. Sus proclamas son xenófobas, excluyentes y represivas hasta contra nuestro idioma. Me parece además un demagogo zafio y grosero hasta la obscenidad. Pero como demócrata lo primero que pongo en valor es que los norteamericanos le han votado, que ha convencido a casi 60 millones de ellos, que es bien cierto que los mismos han votado, y una miajilla más incluso. con el miedo a lo que él significaba como máxima razón de su papeleta, pero han sido más determinantes los que han votado apoyando sus soflamas y supuestas recetas de arreglar todo a patadas. Y es más cierto aún son la democracia más antigua, sentimentalmente enraizada y poderosa del mundo. Han decidido y lo han hecho libremente. Trump ha ido contra el sitema y ha ganado y no reconocerle todo ese mérito es estúpido ¡Que disfruten lo votado! Aunque tema que algunas sacudidas de ese “gozo” nos alcancen también a nosotros.

Pero ello es adelantar en exceso acontecimientos. De entrada y también que por supuesto puedo equivocarme, creo que Trump, obtenido el inaudito triunfo, moderará en bastante o hasta se olvidará o le harán olvidarse de bastantes de sus amenazas. Puede ser lo que aparenta y exhibe en esa ostentación que nos deja, en otras latitudes, avergonzados, pero desde luego Donald Trump no es ni tonto ni cosa que se le parezca ni propenso a cavar su propia tumba a toda prisa. Ahora bajaran las bolsas pero no será hecatombe y el pasmo dará lugar a la adaptación al medio y escenario, la virtud más acredita de los humanos. De los que han perdido, pero también de quien ha ganado. O sea del propio Trump. Y sin olvidarme de Clint Easwood, que se ha cargado el solito a todo el reparto holliwoodiense y a todas sus bandas sonoras.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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