Victor Entrialgo de Castro

El gusto es mío, pero la culpa es vuestra

El gusto es mío, pero la culpa es vuestra
Víctor Entrialgo de Castro, abogado y escritor. PD

La culpa es de los demás. Eso es el populismo. Para Maduro, Podemos, los separatistas o Trump la culpa es del capital, de España, de los mejicanos, de los chinos, de Europa, de Hillary Clinton o del capitalismo occidental. Los niños malcriados lo quieren todo y nunca son responsables de nada. Cuando naces multimillonario o revolucionario acomodado, la culpa es siempre de los demás. No existe por mucho tiempo, quizás jamás, responsabilidad.

Los psicoanalistas tendrían mucho que decir sobre la ola de populismo que estamos surfeando. Porque una cosa es el desencanto y la crítica a la política tradicional, y otra que quienes recogen este malestar para dárselo a los desencantados en puré, son siempre personalidades con el narcisismo disparado.

Freud hablaba de erotismo anal, rasgos de la personalidad que coinciden reunidos en todos estos personajes populistas. En ellos la economía se agudiza hasta la avaricia y la tenacidad hasta la obstinación mientras manifiestan una tendencia a la cólera y a las inclinaciones vengativas.

Prepotentes y ambiciosos, los populistas disparan su ametralladora de culpas indiscriminadamente y utilizan el insulto y sus diferentes fobias para incitar al odio, sacar a la calle a la gente y luego, cuando dan las siete y media irse de copas.

Multimillonario de cuna, consentido, egoísta y provocador, el nuevo Presidente de EEUU, hombre de negocios del mundo del juego, elemento importante en esta excursión freudiana, estará hoy atribulado con lo que se le viene encima. Cuando le pase el susto, hará sin duda cosas buenas por su país pero difícilmente convertirse en adalid del interés general. Lo más probable es que, de paso que reconstruye las infraestructuras de los Estados Unidos, siga aumentando su fortuna.

Nuestros «revolucionarios de salón» revelan la misma triada freudiana cuando les sale en el Parlamento la cara de feroche y la violencia reprimida que llevan dentro por alguna razón que se nos escapa y que, o bien esconden luego como novicias del Perpetuo Socorro, o bien exhiben en algún telediario para darnos miedo porque lo dice la página 15 de manual del buen revolucionario.

Como se viene a decir aqui, Maduro, Trump, Tardá, Rufián, Rita, Tania, Iglesias, incluido Espinar y su piso de desprotección oficial coinciden todos, se ve, tanto en el populismo como en en el sindrome del niño malcriado, en el erotismo anal.

Para Donald Trump la Presidencia de EEUU es la oportunidad para matizar un poco su personalidad. Dale el gobierno al niño para que se calle. Pero a los niños Podemos no les vamos a consentir la perreta del poder. Son una troupe y no tenemos Gobierno ni cargos ni chuches suficientes para tanto capricho.

Podemos es ese teatro infantil y ridículo del aplauso continuo y reciproco entre el público y los actores representando siempre la misma farsa,
«El gusto es mío pero la culpa es vuestra».

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