Resulta muy difícil comprender el empeño de Mariano Rajoy en facilitar compensaciones a aquellos compañeros de filas pillados en renuncios que abochornarían en los países democráticos de nuestro entorno.
Tras la dimisión de Soria, Ministro de Industria, Energía y Turismo, por sus mentiras sobre las empresas opacas en paraísos fiscales, Rajoy y su ministro Luis de Guindos trataron de facilitar su entrada en el Banco Mundial como director ejecutivo. Empeño que quedó en agua de borrajas ante la renuncia de Soria, indudablemente aconsejado por quienes propiciaron su designación.
Pues bien, después del enorme fiasco que supuso este acto fallido, nuestro presidente del Gobierno vuelve a la carga proponiendo a otro ministro descabalgado del ejecutivo, Jorge Fernández Díaz, como presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados. De oca en oca… Y, una vez más, el tiro le sale por la culata por el voto en contra de la oposición ante esta propuesta, máxime cuando que el ex ministro fue anteriormente reprobado por la Cámara.
Definitivamente, la solución de nombrar al ex ministro Presidente de la Comisión de Peticiones, cargo que no requiere de una votación, deja en muy mal lugar a Rajoy, a Fernández Díaz, y sobre todo a esta política de parches y compensaciones.
En este nuevo gatillazo del Partido Popular no han faltado incoherencias por parte de otros partidos, fundamentalmente de Ciudadanos, que apoyó la reprobación pero se abstuvo ante el nombramiento, o de un PSOE que, dando muestras evidentes de su desnortada andadura reciente, primero decidió abstenerse para, a continuación, optar por la negativa.
El empecinamiento del Presidente del Gobierno por compensar a los «pillados» está creando un notable malestar entre destacados miembros del Partido Popular que no entienden que Rajoy tropiece tantas veces con la misma piedra y el consiguiente desgaste que estos episodios producen en su imagen. Sobre todo, en un caso tan flagrante como el de Jorge Fernández, pendiente de la decisión del Tribunal Supremo de investigar o archivar la querella interpuesta contra el por el PDC y por el ex alcalde de Barcelona Xavier Trias.
En este caso, como en del ex Ministro de Industria, lo más acertado, tanto para Fernández Díaz como para Rajoy, y sobre todo para la buena salud de nuestra democracia y de esa marca España de la que tanto se vanaglorian algunos, sería, bien aconsejado o motu proprio, la renuncia del diputado a esta presidencia y, consiguientemente, a los 1.431 euros de plus mensual, que parece no necesita para sobrevivir. El país se lo agradecería y seguro que la Virgen María Santísima del Amor, también.