Santiago López Castillo

Lenguaje y acción política

Lenguaje y acción política
Santiago López Castillo. PD

Esta bazofia que nos rodea está sacando, día a día, lo mejor de su odio, su bilis nauseabunda. Vomitan en un templo sagrado como deberían ser las Cortes, eso que graciosamente llamamos la democracia parlamentaria. Y ha tenido que ser -entre las nauseabundas afirmaciones de estos desarrapados callejeros pero señoritingos de cuna-; ha tenido que ser, digo, este impresentable de ERC llamado Rufián, hombre sin honor, perverso, despreciable (RAE), el que ha cosechado el último título de tonto contemporáneo. De sesera, a lo que parece, no anda bien pero de lengua anda suelto y también se va de vareta. Su originalidad consiste en exhumar los restos del general Franco y echarlos a una cochiquera cualquiera.

Mentecato republicano: en el Valle de los Caídos están sepultados los cuerpos de uno y otro bando. Y lo sé, mire usted, mequetrefe, porque así lo dispuso el general y me lo contó el genial escultor Juan de Ávalos que, por cierto, era republicano, y diseñó el grandioso monumento por expreso encargo del Caudillo. Y usted, ignoto, independentista, ¿qué hacía?, me pregunto. Pues estar en el vientre de su señora madre, cuando ahora, seguramente, su ser, su incipiente vida, hubiera ido a parar al sumidero de la muerte, fogoso defensor del aborto.

Ochenta años después, estos cernícalos, con perdón de estas aves en suspensión, estos zurupetos reinventan la historia. Y sueñan con la III República, mañana, España será republicana. La segunda, funestos personajes, fue una de las etapas más negras de nuestra nación. Que ya no era una nación sino una anarquía. Las hordas comunistas y socialistas son las que nos llevaron a la guerra civil, no Franco, fiel a la causa republicana acudiendo a sofocar la revolución de Asturias, que no se olvide. Hoy, igualmente, lo que se presagia no es nada alentador. Llevamos décadas desmembrando las instituciones. Principalmente la judicatura, que, casualidad, casualidad, siempre barre para la izquierda con esa sectaria asociación de Jueces para la Democracia (no imputan a ningún podemita y eso que hay pruebas). Y si una jueza pone a la sombra a unos matones que propinaron una soberana paliza a dos agentes del orden, enseguida es calificada por la canalla de «facha», «fascista». Es el vocabulario al uso. Al igual que «el dictador» y «la dictadura», que también emplea la derecha.

El caso es fragmentar España. Nadie se atreve a meter mano a los secesionistas de Cataluña, que incumplen la ley y traicionan a la patria, concepto discutido o discutible, según ZP, pero ya no existe. Franco, en su testamento, protagonista del enderezamiento de la nación, clamó por la unidad de España «respetando la diversidad de nuestros pueblos».

Cataluña y las Vascongadas, pongamos los nombres en cristiano, fueron las regiones más favorecidas por el Caudillo mientras los extremeños se comían mocos como velas. Por tanto, ignoto Rufián repase bien la historia si es capaz de saber leer. Sería una suerte.
PD.- La podemita Meyer saldrá de rositas por retirar la placa del «alférez provisional», y gran parte de los varones hicieron así la milicia. Nunca pasa nada.

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