El acuerdo suscrito entre el Partido Socialista de Euskadi (PSE) y el PNV para formar un gobierno de coalición parece una opción razonable. Hay que estudiar la letra pequeña, pero salvo la incógnita para delimitar si los socialistas vascos se han comprometido en el supuesto «derecho a decidir», puede ser beneficioso no solo para los dos partidos sino además para fortalecer la inclusión del PNV en un compromiso constitucional, lejos de las veleidades de los independentistas catalanes.
Sorprenden las noticias sobre la falta de información de la gestora del PSOE, que es la máxima autoridad del partido hasta el próximo congreso. Incomprensible si consideramos que el PSOE, al que pertenece el PSE, es un partido federal y no confederal.
En mi opinión, una de las causas del declive político y electoral del PSOE es, precisamente, la falta de unidad y coherencia en sus proyectos políticos de España y de cada una de las comunidades autónomas que la conforman.
La decisión de un gobierno de coalición en Euskadi, independientemente de que sea acertada, tiene consecuencias para el PSOE en toda España y también para la política general del estado. No se entiende que este asunto no se debata con detenimiento en los órganos de decisión del PSOE. Estas prácticas conducen de hecho a un funcionamiento partidario del PSOE de tipo confederal.
En los últimos años, en especial desde la época en la que José Luis Rodríguez Zapatero era secretario general del PSOE, la práctica ha sido una emulación de los partidos nacionalistas, en donde tomar decisiones a nivel de que cada federación o partido federado ha generado confusión en otras comunidades del estado, con las consecuencias electorales que se conocen.
La renovación o regeneración del PSOE debe incluir un proyecto para toda España y una coherencia en los mecanismos de toma de decisión que evite la sensación de partido de taifas que está dando en ocasión el PSOE.