Fernando Jáuregui

Pues claro que habrá pactos

Pues claro que habrá pactos
Fernando Jáuregui. PD

Creo, porque soy optimista, o quiero creer, porque soy posibilista, que habrá grandes pactos en esta Legislatura que se ha iniciado de forma irregular, pero con vocación de permanencia.

Pactos, en primer lugar, internos en los propios partidos, y pactos parlamentarios entre los distintos grupos de las Cámaras. O sea, creo, o quisiera creer, que ha llegado el momento de arreglar algunas de las grandes averías que el tiempo, la pereza, los errores o, simplemente, las circunstancias, han producido en el sistema.

Leo y escucho que el Congreso se prepara para estudiar la reforma constitucional; que los partidos planean comenzar a preparar una nueva normativa electoral; que todos quieren unos nuevos pactos de La Moncloa y reavivar el pacto de Toledo; que todos proclaman su voluntad de llegar a una Ley de Educación consensuada…

Y, en otro orden de cosas, me dicen que Puigdemont prepara una visita a Madrid para algo más que sumarse a la protesta contra el suplicatorio a Francesc Homs. Y, claro, ahí tenemos la ‘reconciliación’, si es que así pudiera llamarse, entre Susana Díaz e Iceta, un pacto que va a tener mucho que ver con la restauración de muchas cañerías dañadas en el socialismo español.

Porque lo sustancial para que todas estas reformas, tan imprescindibles, se produzcan es, a mi modo de ver, que los socialistas actúen en una dirección unívoca e inequívoca impulsando y apoyando los cambios, que solamente con el Gobierno de Mariano Rajoy pueden emprenderse.

Ha pasado ya, creo que afortunadamente, la ‘era Pedro Sánchez’, que está políticamente muerto aunque él no lo sepa aún; y esperamos con ansia a saber qué dirigentes se dará a sí mismo el PSOE, que, incluso antes de ese congreso federal, cuya convocatoria ya tarda demasiado, tiene que dotarse de un portavoz respaldado por la gestora y por los dirigentes territoriales del partido.

Como también esperamos muchos que el PP, que tiene ya encima de su cabeza su propio congreso, defina hasta dónde está dispuesto a llevar sus líneas de regeneración política: ¿cuánto de reforma puede aceptar el escaso talante reformista de Rajoy, a cuánta reforma le obligarán sus ‘socios opositores’, Ciudadanos y el propio PSOE, que le han permitido seguir en La Moncloa?

Creo que la negociación en torno a los Presupuestos nos indicará si debemos aplaudir o criticar el talante pactista, o lo contrario, de unos y otros. Creo que los socialistas, que me parecen ya vacunados tras la ‘catástrofe Sánchez’, comienzan a entender los mensajes que también les llegan desde Europa: el papel de las socialdemocracias europeas es evitar que se repita en el Viejo Continente el desastre ocurrido en los Estados Unidos de América: que populistas con escaso respeto a los derechos humanos, a la igualdad y a la democracia -ojo, que para nada hablo de Podemos, aunque algunos quieren, interesadamente, mezclar churras con merinas bajo la etiqueta del populismo–, se enseñoreen del poder Ejecutivo de las principales naciones europeas. Y, para evitarlo, no queda otro remedio que aparcar las diferencias máximas entre ‘populares’ (que es lo contrario de ‘populistas’) y socialdemócratas, procurando líneas maestras de gobernación que no irriten a los ciudadanos, de manera que estos no se echen en brazos de las opciones que se benefician del descontento masivo ante las viejas formas de hacer política.

Ya no sé si hablo de grandes coaliciones ‘a la alemana’, que quizá no sean tan fácilmente realizables, o de grandes pactos parlamentarios: hablo, simple, lisa y llanamente, de colaboración dentro de un sistema que no está, ni mucho menos, agotado, aunque esté necesitado de una regeneración. De una muy profunda regeneración, antes de que la pereza, la falta de ideas, la rutina y los egoísmos lo hagan estallar en pedazos; y entonces ¿qué?

Seguro que, pese a la existencia de algunos portavoces especialmente ‘broncos’, sobre todo en las filas gubernamentales, ese, el del pacto, será el espíritu de los mensajes que vayamos recibiendo los españoles esta Navidad y en las semanas siguientes. Claro que la receta es hablar, hablar mucho unos con otros; pero que eso no se quede solamente en palabras es lo deseable. Peor: lo imprescindible.

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