Ha muerto el que entonces ya era quien resultó ser.
El exotismo de su revolución atrajo la mirada del mundo pero basta ver las imágenes de entonces para ver que el componente psicoanalítico de la biografia y personalidad de Fidel condicionó todo lo que vino después.
Para ver en su rostro y en su mole que ya entonces era un ególatra, un dictador, un violento, un iluminado.
Me doy cuenta de que gran parte de lo escrito sobre Iglesias cada vez que quiere dar un golpe al régimen de la Transición y sierramastrear o sesientencoñear desde la tribuna del Parlamento, desde donde sermonearia horas seguidas si le dejaran sobre cómo tenemos que ser libres, salvando las distancias entre un cursi y un tiranosaurio, vale hoy para Fidel.
Y ahi esta su revolución al cabo del tiempo. Detenida en el tiempo.
Curiosamente, como si fuera una güija o nosotros unos santeros de esos que multiplicó su marxismo para echar al catolicismo, la misma noche en que murió Fidel tomando una cerveza con unos amigos después de años de no hablar de él le invocamos y al dia siguiente, lamentablemente, como todo ser humano, se murió.
Más allá de la incontestable falta de libertades que han vivido los cubanos sin reforma durante cincuenta años, hablar desde fuera de un régimen que dura cincuenta años, no es sencillo.
Se le paró en su dia el reloj y lo pagaron todos los cubanos. Las revoluciones detienen los tiempos. Claro que en 50 años tiene que haber hecho cosas buenas. Claro que hay y, necesariamente tiene que haber, castristas en Cuba, como franquistas en España y muchos huérfanos que ven en él la figura del padre, como así lo expresan. Claro que en cuestión de educación, probablemente muchos de esos que no tienen lo mínimo para vivir, se expresan mejor que los españoles.
Cosa distinta es que si Pablo Iglesias dice que los cubanos y cubanas tienen ahora que decidir, -a buenas horas mangas verdes,- eso es justamente lo que no ha permitido Fidel.; o Garzón, sin quitarse aún los mocos de no saber de quien está hablando, pero según su catecismo, dice que era un gran hombre; o Carmena, que lo llama referente como modelo, porque con su retórica ascendió ella políticamente en la justicia; o para rematar Otegui, que habla de defender a los cubanos alguien como él, que para «defender» a los trabajadores no ha dudado en secuestrar, si no matar. Si esta gente habla bien será que yo debo hablar de Fidel peor de lo que estaba haciéndolo.
Las revoluciones, ya se ve, como hay que empezar de cero, después de la algarabía, detienen los tiempos. Toda esta gente debería ir a los chinos, aunque sean de los de Mao, si quedan, a comprarse un reloj.
Ha muerto el que entonces ya era quien resultó ser.