La nieve, esa cofia monja
que traza puentes de plata
en las áridas montañas…
se cayó y está que moja.
Poned las manos al copo
y el cuenco se os llenará
pero se diluirá
con la levedad de un soplo.
La santa Constitución
y la santa Inmaculada
se verán depauperadas
por tamaña seducción.
Masas a la altura irán
con un solo corazón
y con él único afán
de pegarse un revolcón.
Pero que regresen salvos
a sus lugares de origen
es lo que el poeta exige
a su dios Pan campechano.