Bajad la voz, no venga
A despertar la abuelita Carmena
De su sueño, y tenga
Que vomitar la cena,
Viendo que Madrid lo que da es pena;
Muy señora y dueña
De sí misma, asumió el compromiso,
Con el que feliz sueña,
De, sin salir del piso,
Convertir Madrid en un paraíso;
Un Madrid sin ruido,
De la contaminación sin el velo,
Que sólo tenga oído,
Con redoblado celo,
Para escuchar que de Madrid al cielo;
Un Madrid sin basura
En las calles, y en los contenedores
Sin ratas, por ventura
De quien de mil amores,
En su sueño a Hamelín rinde honores;
Un Madrid que a los coches
Por el centro no les da acceso,
Y que alumbra sus noches
De luces tal exceso,
Que a cualquiera le deja patitieso;
Un Madrid que agrade
Y sobre todo a los de la ceja,
Como a cualquier cofrade
Que ahora se queja,
Porque ya no da más de sí la vieja;
Bajad la voz no sea
Que despierte la moza y a su vera
Con gran estupor vea
Que pasó su soñera
Y le dé un patatús… ¡y se nos muera!.