Ignacio Camacho

PP y PSOE se necesitan ahora, al menos lo que dure la reconstrucción del bipartidismo imperfecto

PP y PSOE se necesitan ahora, al menos lo que dure la reconstrucción del bipartidismo imperfecto
Ignacio Camacho. PD

HOY era el día señalado para las terceras elecciones en el caso de que hubiese sido necesario celebrarlas. Es decir, si el PSOE hubiera seguido aferrado al «no-es-no» en la segunda investidura de Rajoy.

Los socialistas lo están repitiendo estos días para darle valor a una decisión que les ha costado un fuerte desgaste: en vez de tener que ir a votar otra vez, dicen, los españoles tenemos un salario mínimo más alto. No les falta razón en cuanto que fue la suya una resolución sensata.

Sin embargo, aunque todas las ucronías son estériles, esta además se fundamenta en una premisa falsa. En realidad nunca hubo una oportunidad verosímil de repetición electoral. Porque ni Rajoy se hubiese vuelto a presentar sin garantía previa de éxito ni el plan de Pedro Sánchez era el de agotar el plazo de convocatoria.

De no haber mediado su derrocamiento por las bravas, en este momento estaría él al frente de un Gabinete elegido con apoyo de los nacionalistas y de Podemos. No se trata de una especulación: el acuerdo estaba planificado, hablado, hecho.

Cualquier análisis de la situación actual debe partir por tanto de la constatación de un acontecimiento cierto: en un arriesgado aunque tardío arranque de cordura y de sentido de Estado, el Partido Socialista renunció a formar Gobierno.

Un Gobierno disparatado capaz de arrojar al país por un despeñadero. Esa resolución, ejecutada con un precio político altísimo, devolvió a la socialdemocracia española a su tradición de partido sistémico.

Frenó la desestabilización emergente de la extrema izquierda y en cierto modo creó en el PP la necesidad de convertir esta legislatura en un período de reconstrucción del bipartidismo imperfecto.

Ambos partidos se necesitan ahora, al menos por un tiempo, y esa mutua dependencia configura por sí sola un clima de relativo aunque distante consenso. El marianismo no puede aprobar ninguna medida estructural sin el PSOE y los socialistas tienen que darse a sí mismos margen para recomponer su cisma interno.

No son socios, sino aliados coyunturales, obligados a cohabitar alrededor de su natural desconfianza sin forzar el desencuentro. Una etapa provisional de colaboración limitada que concluirá cuando el socialismo elija un liderazgo nuevo.

Eso será hacia el final de la primavera; después del verano lo previsible es que vuelva el tradicional enfrentamiento. La duración del mandato apunta en términos razonables a 2018, salvo que Rajoy logre un difícil pacto de apoyo estable con el nacionalismo vasco.

Pero hay un punto crítico en torno a los presupuestos de 2017, a negociar en el próximo trimestre.

Ese es el nuevo Cabo de las Tormentas donde puede naufragar y quedar desarbolado todo el delicado mecanismo de equilibrios y contrapesos urdido en octubre. Por si acaso apunten la fecha del domingo 25 de junio. Justo un año después de las últimas elecciones. No es una ucronía, sino una hipótesis.

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