Manuel del Rosal

Atentado en Berlín: ahora vendrán los cuentos de siempre

Atentado en Berlín: ahora vendrán los cuentos de siempre
Manuel del Rosal García. PD

«La cuna del hombre la mecen con cuentos, los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, el llanto del hombre lo taponan con cuentos, los huesos del hombre los entierran con cuentos, y el miedo del hombre…ha inventado todos los cuentos» Entresacado del poema «Sé todos los cuentos» de León Felipe.

Ahora, los inocentes asesinados en Berlín, al igual que los que lo fueron en Niza el pasado mes de Julio; serán enterrados con cuentos, los llantos de sus familiares y sus gritos de angustia serán taponados y ahogados con cuentos; los cuentos repetidos una y otra vez con las mismas palabras de unos políticos incapaces de acabar con esta lacra que riega de sangre inocente las calles de las ciudades de Europa. Serán palabras vacías, huecas, sin médula, cobardes y procurando no «herir los sentimientos de los otros». Palabras y reuniones para acordar una nueva reunión, eso es a lo más que llegan nuestros gobernantes mientras ellos, ¡pobrecitos terroristas!, ya tienen más que preparado el próximo ataque a una Europa adormilada, floja, laxa, acobardada, pringada hasta los huesos de esa peste, más que bubónica, de lo políticamente correcto que nos asola; de una Europa que chapotea en las aguas de la indecisión, de la falta de determinación, de la ausencia de coraje mientras abre sus puertas a quienes vienen a ocuparla. Y no solo los políticos, también medios de comunicación que dan cancha al «buenismo» a la «alianza de civilizaciones» a la «tolerancia» que ha devenido en sumisión. La sociedad europea entera está paralizada, estuporizada, quieta, inerte porque nuestra sociedad europea ha perdido todos sus principios y valores y se debate entre «ser buena y además aparentarlo» y decidirse a aceptar que ellos nos han declarado la guerra, una guerra en la que ya han ganado las primeras batallas.

«Voy a repartir helados». Con esta frase el terrorista burló a la policía francesa para entrar a saco con el camión y asesinar a más de 80 personas sin distinción de edad ni sexo, que festejaban el Día Nacional de Francia en Niza. No sé qué frase o qué actitud mostraron los terroristas ante la policía alemana que vigilaba el mercadillo navideño de Berlín para burlarla, porque se supone que había policía en ese mercadillo…¿o no? Lo que está claro es que nada está claro ante algunas preguntas: ¿cómo pudo un terrorista burlar a la policía de Niza diciendo que iba a «repartir helados? ¿cómo pudo un camión de gran tonelaje entrar en el mercadillo ante las narices de la policía? Porque…¿había policía, no? Lo cierto es que ambos casos son el fiel reflejo de la falta de atención y vigilancia de una sociedad que, todavía cree, en la multiculturalidad y en que estos asesinatos son «hechos puntuales» que no deben ser extrapolados a todo el colectivo al que pertenecen los terroristas, colectivo que jamás sale a la calle a condenar las miles de muertes que ya llevan acumuladas estos pobrecitos terroristas. Y esta posición acomodaticia de la sociedad lo impregna todo, incluso a los responsables de la seguridad de los ciudadanos, que se presentarán una vez más ante las cámaras de televisión para decir exactamente lo mismo que en el último atentado: «no nos rendiremos», «serán puestos a disposición de la justicia», «no podrán hacer caer el Estado de Derecho». Unos meses más tarde, un nuevo reguero de sangre inocente correrá por las calles de otra ciudad europea y nuestros gobernantes volverán a citarse en una nueva reunión y dirán las mismas palabras ante los ciudadanos, al tiempo que los huesos de las víctimas inocentes serán enterrados con cuentos, los gritos de angustia de los ciudadanos serán ahogados con cuentos y el llanto inconsolable de los familiares será taponado con cuentos.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído