Lo de Ramón Espinar es, como mínimo, preocupante: cada vez que habla, sube el pan
Es norma escrita en los manuales de Podemos que cualquier muerte que pueda ser manipulada por ellos para atacar instituciones y beneficiarse electoralmente, lo sea.
Carrie Fisher (princesa Leia de Star Wars) ha muerto y el señor Ramón Espinar ha querido aprovechar su muerte para atacar a la monarquía y, mediante ese ataque, colocarse una medalla ante sus conmilitones y sus votantes. Al señor Ramón Espinar no le importa colgarse medallas, aunque estén impregnadas de mierda, ni le importa acumular cargos, aunque con ellos demuestre su miseria política. Tampoco le importa – al parecer – quedar como un indigente en cuestiones relacionadas con la serie de George Lucas con tal de llamar la atención en Twitter. Pero, claro. Hasta para escribir 140 caracteres tienes que tener algún bagaje cultural e intelectual para no quedar en el más absoluto de los ridículos. Y resulta que el señor Ramón Espinar, que no deja pasar ni un día sin decir majaderías en la creencia de su brillantez intelectual, ha vuelto a cagarla. Con esas palabras en su cuenta de Twitter, ha demostrado, una vez más, que es un miserable al aprovechar la muerte de una persona para hacer política barata y un hipócrita de manual para mostrarse ante los demás como perteneciente a la blancura de la pureza, cuando está impregnado de la negrura hasta el tuétano. Él y todos sus camaradas de esa izquierda negra que quiere venderse como la fuerza que nos salvará a todos de tanta injusticia como la que nos envuelve, mientras oculta en los sótanos de sus alcantarillas totalitarias los verdaderos propósitos que les mueven, que no son otros que aquellos que ya, a lo largo de la historia, ocultaban los peores dictadores que en el mundo han sido: el acaparamiento del poder, de todo el poder para ellos al tiempo que mantienen al pueblo en la indigencia cultural y física. El señor Ramón Espinar ha perdido otra ocasión para permanecer calladito y los ciudadanos, una vez más, hemos tenido que soportar sus gilipolleces, cuando no sus malas intenciones. El señor Ramón Espinar al comprobar que ha pasado de ser «un joven sin futuro» a ser un especulador de VPO y ostentar tres cargos políticos, está en la creencia de que es «alguien» y nos machaca continuamente con sus salidas de pata de banco, sus excusas más falsas que Judas y sus 140 caracteres en Twitter que pasaran a la historia como ejemplo de lo que nunca se debe decir, mucho menos escribir y firmar. Claro que, Espinar sabe que los que le han votado aplaudirán exaltados sus palabras y sus escritos en Twitter como si de dogmas de fe se trataran, demostrando con ello que los políticos huecos y sin fundamento encuentran sustancia en la fiebre que provocan las pesadillas nocturnas de los ciudadanos, esos ciudadanos que creen que Podemos gobernará algún día sin ver que no son capaces ni de gobernarse a sí mismos. ¿Cómo puede el señor Ramón Espinar y sus conmilitones, al frente de los cuales está Pablo Iglesias (Darth Vader) aspirar a gobernar un país si su mentalidad es tribal y sectaria?
Carrie Fisher ha muerto – Dios la tenga en su gloria – pero no así su personaje porque, señor Espinar, la princesa Leia es un personaje de ficción salido de la factoría Lucas, cosa que parece ser que usted desconoce, pero en el supuesto de que fuera un personaje real yo le aseguro que jamás formaría parte de su partido, aunque usted se lo ofreciera («Queremos más princesas así», dice literalmente). Leia es demasiado lista para aceptar entrar en su partido, sabe que a la más mínima diferencia con la fuerza oscura (black) representada por usted y el más mínimo roce con Pablo Iglesias (Darth Vader), sería purgada de inmediato, porque Podemos es la representación más genuina de la dictadura de partido. En términos de Star Wars, Leia pertenece al mundo de la luz mientras usted, señor Espinar, y sus camaradas pertenecen al de la oscuridad. Leia es el mundo de la generosidad y no el del egoísmo, el mundo de la verdad y no el de la mentira por sistema, el de la valentía y no el de la cobardía, el de la inteligencia al servicio del bien y no el de la estupidez al servicio de los intereses inconfesables.
Ahora un ruego, señor Espinar: deje de decir gilipolleces, los ciudadanos se lo vamos a agradecer.