Antonio Burgos

Podemitas viejorros

No me explico que haya en Podemos gente ya puretona, jueces, catedráticos o militares

Podemitas viejorros
Antonio Burgos. PD

Me recuerdan al genial Jaime de Mora, que me encontré un día por Marbella vestido de motero con bandana en una concentración de Harley Davison

ANTES había dos grandes sorteos en España: el del la Lotería de Navidad y el de la del Niño. También había un tercero, pero su recuerdo es altamente incorrecto políticamente: el de los quintos para la mili, que lo mismo te tocaba ir al Regimiento Inmemorial, junto a tu casa, que a Regulares de Melilla, a Artillería de Ceuta o cuando aún existía el Protectorado de Marruecos, a Larache o Tetuán.

Destinos extrapeninsulares que eran llamados «África». Palabra que los desafortunados con ellos se escribían con tiza en la espalda cuando salían del sorteo la Caja de Reclutas, pintando bajo la palabra continental tópicos camellos y palmeras.

-Vaya «Cultura de Defensa» que tiene usted, mi cabo.

Tenga en cuenta que la ahora tópica Cultura de Defensa que tanto se cacarea y cuya existencia se reclama debe partir de algo fundamental: del amor por la Patria y del conocimiento de su Historia… y de las banderas de España izadas cada día en los colegios.

Como uno, dos y tres, los tres banderilleros en el redondel de Benítez Carrasco que recitaba Gabriela Ortega, existían, pues, en España estos tres tradicionales sorteos. Pero ahora existe un cuarto, peligrosísimo, del que nadie habla: el sorteo de la Justicia. Si estás de pleitos o «investigado», andas como los quintos que sorteaban en las cajas de reclutas.

Igual que a los quintos les podía tocar África, a ti, si eres conservador, te puede tocar un juez progresista; o, si progre, un juez conservador. Con lo que vas dado. Peor que la mili en Larache. Pero hay algo peor todavía que esta lamentable división de quienes imparten la sagrada Justicia según ideología conservadora o progresista: los jueces podemitas.

Si eres del PP o islas adyacentes y en un asunto con la Justicia te toca un juez podemita, vas dado. O, por el contrario, si eres podemita y te toca uno de los tuyos con puñetas de encaje, ve descorchando la botella de cava. A la absolución de la que asaltaba capillas de la Complutense a pezón pelado me remito: le tocó un juez de su cuerda, podemita, y se fue de rositas, que rima. ¿Qué hubiera pasado si le llega a tocar un juez conservador?

¿Ah, pero quedan conservadores en la Administración? Es mi duda. No hablo ya sólo de los medios públicos de comunicación o de instituciones fundamentales como la Policía o la Judicatura: en España el poder real está en manos de la progresía, el Gobierno tiene a los enemigos en nómina.

Y eso que han estado y están en el Gobierno los fachas, o sea, el PP. No se atrevieron ni a tocarle a las garras de este pulpo que todo lo atrapa ni cuando tenían la mayoría absoluta; así que ahora, ni les cuento.

Comprendo que un perroflauta, un niñato, un nini o incluso un joven soñador idealista sean de Podemos. Pero no me explico que haya gente ya puretona, jueces, catedráticos, jefes policiales o militares podemitas. Y haberlos haylos.

Me recuerdan al genial Jaime de Mora, que me encontré un día por Marbella vestido de motero con bandana en una concentración de Harley Davison, y al preguntare por su atuendo, me dijo:

«Ten en cuenta que yo siempre he sido un jipi y ahora soy un jipi viejorro».

Pues igual que Jimmy Mora en su moto con los chavales, existen los podemitas viejorros. Peligrosísimos. Como el juez que no ha hallado ni siquiera falta en el ataque a los sentimientos religiosos de la asaltacapillas.

O como ese alto militar retirado que aspiraba a ministro de Defensa, que con las canas que peina y los trienios que devenga anda por ahí haciéndose fotos con un capullo puesto en el cañón de su pistola, el muy ídem. Todo esto ya lo barruntó Sir Winston Churchil:

«Quien a los 20 años no sea revolucionario, no tiene corazón; y quien a los 40 lo siga siendo, no tiene cabeza».

Las cabezas, ese es el problema de España: las Cabezas. (Pero no las del levantamiento constitucional de Riego, sino las faltas de riego sanguíneo…)

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