Luis del Val

Donald Trump: La prórroga inexplicable

A cinco días del relevo en la Casa Blanca

Donald Trump: La prórroga inexplicable
Luis del Val. PD

A pocos días de tomar posesión como presidente de Estados Unidos, y muchos días después de haber vencido en las elecciones, Donald Trump apareció en una conferencia de prensa como si estuviera en plena campaña electoral.

Lo cierto es que resultó ser un buen candidato, y la prueba es que venció a su rival, pero ese regosto en la situación anterior, cuando la situación ya ha pasado, y estamos en otras circunstancias, se me antoja rara.

Y no me alarma que haya declarado que los negocios los deja en manos de sus hijos, y que con ellos no hablará de asuntos empresariales, ni siquiera en las fiestas de cumpleaños.

Es más, casi es preferible saber cuáles son los negocios de los jerarcas que intentar adivinar cuáles son sus empresarios amigos.

Al fin y al cabo, no va a tener el descaro de tomar medidas que favorezcan sus intereses, y esa es mayor garantía que su palabra. Y tampoco me intranquiliza que en sus ruedas de prensa los periodistas que no le halaguen y no le hagan la ola no puedan preguntar por, según él, mentirosos. Bueno, mientras no les impida opinar, que no conteste a sus preguntas tampoco es tan grave.

Lo que empieza a resultar inquietante es esa insistencia en la autarquía económica y en poner aranceles. Porque Estados Unidos compra mucho, pero también exporta, y al arancel se suele responder con otro arancel, lo que significará menos crecimiento económico en Estados Unidos y en el resto del mundo, antesala de la recesión.

Hay días, como en los de la rueda de prensa, que este señor me recuerda a aquel ciudadano que era presidente de un club de fútbol y se presentó a las elecciones de alcalde, en Marbella.

El mismo simplismo envuelto en sinceridad, parecidas fanfarronadas, y ese desprecio a lo políticamente correcto, que antes se llamaba cortesía y educación, y que a los incómodos con las reglas de civismo les impele a aplaudir. Por cierto, ganó las elecciones. Y por muy importante que sea Marbella, y muy trascendente su alcaldía, lo es bastante menos que la presidencia de Estados Unidos.

Son muchos, en este y en otros medios, que más que estar a su favor están en contra de los que le criticamos, y nos acusan de carecer de paciencia, porque no ha empezado a ejercer.

Bueno, pero alguien le debería advertir que ha terminado la campaña electoral, que ha vencido, y que tiene que gobernar el país más poderosos de la Tierra.

Y, aun con eso, si yo fuera mexicano y escuchara que tengo que levantar un muro de separación para que ni siquiera me pueda asomar a Estados Unidos, y, encima, pagarlo, con toda la inhibición que me ha proporcionado la formación académica, con todo el respeto hacia los demás que me inculcó mi familia, y con el conocimiento de que escribir en los medios supone consideración, miramiento, comedimiento y tolerancia… si yo fuera mexicano, creo que me cagaría en su padre.

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