La Marea de Pérez Henares

Las dos caras de la horda

Quienes vejan la memoria de Bimba Bosé o jalean a la turba cobarde de Murcia son parte, una de las dos caras, de la misma horda negra y rabiosa, envuelta en el color que sea, que infecta con su odio a la sociedad española.

Porque aunque ellos los autores, cómplices y palmeros de unos y otros se crean, cada uno en su fanatismo, ser lo opuesto son en realidad, en lo fundamental y humano, lo más parecido, lo mismo. Idénticos en su rabia, en su resentimiento, en su pretendida verdad absoluta, en su desprecio a los derechos y libertades ajenas y en su resultante: agresión, coacción y violencia.

El odio se está desparramando de manera insensata por España. Hay responsables muy directos y políticos de ellos. Son quienes volvieron a apelar a la víscera y a la revancha para sacar réditos electorales, para dividirnos de nuevo en “buenos” y “malos” , en “gente”, con derechos, o sabandijas exterminables sin categoría de personas. Lo digo en el 40 aniversario de los asesinatos de Atocha y en recuerdo de aquellos quienes pusieron la reconciliación, la libertad y la democracia por encima de todo. Y consiguieron su objetivo, la devolución de la soberanía al pueblo y una Constitución de todos, aunque algunos hoy les llamen, con desprecio infame, el Régimen del 78. Una de esas caras de la moneda de la horda, me da igual su color, que pretenden destruir la convivencia y para ello ahora buscan de inicio socavar sus cimientos.

Los hechos de Murcia y los insultos a Bimba Bosé y a su familia, como en otro momento sucedió con la muerte de un torero o los deseos de que un niño afectado por el cáncer que quería serlo corriera la misma suerte son cada vez más el sarpullido de una enfermedad que corre camino de convertirse en una epidemia de las mas graves y de las peores consecuencias. Los síntomas son cada vez más alarmantes y sus difusores campan a sus anchas, extendiendo el virus. Los medios de comunicación y los comunicadores tenemos y tendremos una grave responsabilidad en ello.

Su territorio, en el que se encuentran mas a gusto, su mejor caldo de cultivo y donde en toda su vesania se destapan tal cual son con todo alborozo y zafiedad son las llamadas redes sociales y en especial twitter , su cubil favorito donde toda vileza tiene cabida y difusión, donde la fetidez impera y el insulto, la pedrada, la amenaza son la moneda común. Bien puede decirse que desde luego hay millones de personas que utilizan ese medio ajenas a todo ello pero que es también un hecho que no existe un solo trastornado, un solo fanático, uno solo de estos odiadotes rabiosos que no esté en ella. Ni uno solo que no la utilice. Y lo grave, que puede acceder y utilizarla sin identificación alguna, sin que la red la pida en absoluto y sin que se responsabilice de lo que a través suyo se vierta, precisamente por esa impunidad y ese anonimato alentado y consentido, suceda. Algo que se debería comenzar a estudiar a fondo y sobre lo que tomar medidas. Porque eso no es libertad de nada sino violación sistemática de los derechos humanos de quienes son atacados utilizando esa herramienta.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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