Según Iñigo Errejón, aspirante a que no le echen de Podemos, el «nuevo entorno» de Pablo Iglesias no le puede ver ni en pintura. Político al fin, aunque en ciernes, a Errejón le salen los eufemismos con naturalidad, pero lo que quiere decir es que el líder carismático, el incontrovertible, el insoslayable, el supremo, se ha rodeado últimamente de una cuadrilla chunga de cortesanos que, si no espabila, pueden acabar arrastrándole por el fango de la irrelevancia, y al partido también.
De esos «duendes de la camarilla» que diría don Benito Pérez Galdós, de esa cuerda de intrigantes y «parvenús», ha escrito también en los últimos días Luis Alegre, uno de los cinco fundadores de Podemos que salía mucho en las fotos y ya no. Alegre, que no parece estarlo mucho con la deriva del partido que ayudó a crear, se alejó del mismo y de las mezquindades internas en su día, lo que le permite, al contrario que al Errejón que aún se aferra, expresarse sin mayores ocultaciones ni circunloquios sobre el particular, y nombra por su nombre al «nuevo entorno»: Irene Montero, Pablo Mayoral, un tal Juanma, Pablo Echenique y alguno más. Lo que no precisa es quién sería Sor Patrocinio, «la monja de las llagas», la rasputina que le sorbía el seso a Isabel II, y cuya réplica se lo estaría sorbiendo hoy, en éste juego de niños y de tronos, a Pablo Iglesias.
Pero en algo más coinciden Errejón y Alegre al denunciar el contubernio de la camarilla cortesana: en que Pablo, el gran Pablo, no se entera, y que por eso pasa lo que pasa. El líder vive absorto en los grandes asuntos del Estado, de la Revolución, de la Política, de la Filosofía, y no repara en las intrigas de su nueva corte trepa y pelotillera. A uno le recuerda ésto lo que los incondicionales decían de Fidel Castro y de Franco cuando se hablaba de los escándalos, los abusos y las corrupciones en sus regímenes a la vista de todos, que ellos no lo sabían, y que si se enteraran, ¡madre mía si se enteraran!, acabarían radicalmente, de un tajo, con eso. Qué estúpido es, cuando se pone, el ser humano.
Y así están las cosas en vísperas del Vistalegre, o del Vistatriste según los pintan sus propios actores: Podemos al pairo, y el Supremo, supremeando.