Juan Pérez de Mungía

El callejón sin salida del gato

El callejón sin salida del gato
Íñigo Errejón, Irene Montero y Pablo Iglesias. Agencias

No importa cuán inteligente resulte ser la pareja que difícilmente puede aceptarse que juegue un papel de consorte en cualquier sarao político. A veces son auténticas sagas familiares en los que ella le coloca a él, o él a ella, sin contar aquellas ocasiones en que relaciones mas encubiertas encumbran a uno u otro a una posición pública sin que resulte del propio mérito. Parejas hay como Bill Clinton y Hillary Clinton, que hizo popular aquella expresión de compren dos, por el precio de uno. Otras versiones de pareja sin acudir a la historia menos reciente incluyen a los Kirchner en Argentina, o a Marcos en Filipinas, y la notoria senadora Imelda Marcos que compartía, se supone en la intimidad, escaño y calzado con el flamante dictador filipino al que ha sobrevivido. La última versión de parejas es la que ha retratado alguna prensa canalla, aquella que hace de la pareja amante de noche, y bocazas de día. Se trata de parejas políticas que viven por y para la política, que se han cocinado en política y que aspiran a perpetuar a sus hijos en cuanto vengan, ya sea por vientre de alquiler o por cesárea natural de la propietaria de los gametos.

Iglesias ha roto el mito y el enigma, por elevación. Su pareja Montero ha substituido a su otrora próximo Errejón. En esta lógica se impone aquel bárbaro refrán: Tiran más … de una carreta que una pareja de bueyes». Iglesias ha roto el mito sobre el celibato católico y aspira a compartir escaño y portavocía para hacer del congreso algo eróticamente perfecto. La reflexión y el proyecto político se ha sacrificado al amor o se ha transfigurado. Tal vez veamos cómo se suceden las miradas cómplices; el efecto empieza a notarse en el eco de sus argumentos y su estilo prosódico compartido. Parecen replicantes del otro. ¿Harán manitas en sus bancadas respectivas?, ¿Se besarán al estilo Domenech para representar la nueva realidad del simulacro?, ¿Amamantarán a sus crías en el hemiciclo al estilo Bescansa?. Como en aquella canción que decía, «gloria a Caín, hoy es el vicio lo que se envidia más», el suceso se ha convertido en el epítome del éxito y la felicidad. Un todo en uno. El drama puede representarse después, si la ruptura de la pareja deja en estado de desolación a los que se enamoraron por el encanto podemita que aunaba ambición, sexo y poder. Si la pluriempleada secretaria del PP hubiera traído a su marido a escena, ello hubiera sido una aberrante manifestación del grado de corrupción política que sostiene el edificio político, porque como Irene dixit, quien coloca a sus familiares es simplemente un corrupto. En su caso, Pablo e Irene se conocieron en el altar de la política y del congreso. Lo que Errejón antes de quedar desnortado en la entelequia podemita denunciaba, se ha cumplido. Iglesias ha ganado la batalla congresual por partida doble, pero el delirio innovador del partido antisistema ha caído a sus pies, y recogerá los frutos del fracaso en no mucho tiempo. Lo vemos venir, lo hemos venido anunciando y el tiempo nos dará la razón aunque Errejón lo haya dicho después. Una densa niebla electoral envuelve a los caudillos amados por sus masas, y las masas se transmutan en el amor de sus líderes, y luego las masas sufren la pérdida y la derrota. Que extraño destino éste de los matrimonios de conveniencia y extrañas parejas.

No hay destino sin pueblo, y no existe Caudillo sin Goebbels, sea o no, con faldas y a lo loco. Ya tenemos un Pierrot, el mismo, le fou. Aquí la huida se hace sin sentido como en el filme de Godard, una huída que incluye el asesinato político de Iñigo y de su ádlatere Bescansa, una cadena de crímenes que acabarán con el partido, partido, no por la mitad, sino por la mediocridad, por esa singular mediana en esa suerte de distribución asimétrica del poder como explica Vilfredo Pareto y su principio del 80-20, distribución A-B-C, ley de los pocos vitales o principio de escasez del factor.

Parece mentira que un profesor venga a ser desplazado por alguno de sus alumnos de forma tan prematura por la fuerza del sexo y no por la convicción emergente del seso. Ocurre que intelectualmente Errejón es superior, incluso más que la mano negra de Echenique que ha convertido su discapacidad en venganza social haciendo la estrategia de la simulación democrática del Congreso. Todo atado y todo muy bien amañado, ahora solo queda que el tiempo madure a las masas para que estas devuelvan al pueblo lo que es del pueblo y cuelguen al Mussolini y a su pareja, boca abajo, con los pies mirando al cielo y la sangre política chorreando al suelo.

En esa fecha emblemática, 2020, la odisea de Pablo se habrá extinguido, su huída terminará bajo el yugo y las flechas de quién le ha elegido. No llegará 2020, ni 2021, ni 2022, Iglesias se ha puesto un cinturón de explosivos en su cabeza. Montero le traicionará, así es la juventud cuando el universo de su existencia es hueco, tan hueco como la burguesía a la que critican. Mientras, Errejón quizás se decida a crear un partido que no le ninguneé, y como muchos quizás se avenga a refundar el futuro partido socialista, más racional, más transversal. Su discurso se centrará, y renacerá como el ave fénix cuando sea capaz de anticipar que el líder ha anticipado su propia muerte.

Los políticos corren por el caminito del rey, altas son sus miras pero inciertas sus virtudes, si los cuadros políticos de Podemos son los personajes que hemos observado: el pederasta vallisoletano Pedro de Palacio, el Don Piso de Espinar, el agresor Bódalo, el delincuente Cañamero que practica la extorsión a los obreros que se oponen a su dictado. Imagine el lector un gobierno egresado de la mafia Complutense de Ciencias Políticas y una televisión pública denominada Tornillo. El pueblo sufre las tuercas. Para estos de aquí no hay tuercas, lo que existe en su lugar es un grupo de conspicuos conspiradores, como decía Alegre, alegremente, sobre la candidatura de Iglesias.

España, esa Nación que Artur Más quiere convertir en Estado negociador no se merece esta caterva de inútiles advenedizos, patulea de arribistas, aplaudidores anticapitalistas, excrecencias políticas de la joven guardia roja alimentada por el insensato cabreo ciudadano. Todo vuelve a su cauce, pronto y nunca tarde, España siempre juega al límite de su capacidad de aguante y ahora solo queda confiar en que una metedura de pata, tras otra, vaya poniendo a estos personajes en el sitio que se merecen, en el callejón del gato, donde los espejos deformantes ofrecen la verdadera imagen de Podemos. Los esperpentos que se reflejan en los espejos cóncavos de los héroes que han aprendido a mentir sobre su destino.

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