Hermann Tertsch

De haberse impuesto la ley, la historia de España habría sido mucho más pacífica

De haberse impuesto la ley, la historia de España habría sido mucho más pacífica
Hermann Tertsch. PD

ESPAÑA podría ser el único país del mundo desarrollado en el que reclamar el cumplimiento de las leyes lo convierten a uno en impertinente, temerario y, por lo general, enseguida en marginado y castigado.

En España demandar públicamente el cumplimiento de la ley rompe la armonía basada en su incumplimiento impune y granjea, al osado que lo haga, la hostilidad tanto de los violadores sistemáticos de las leyes como la animadversión del poder que incumple, también sistemáticamente, su deber y su juramento de hacer cumplir las leyes.

Si eso siempre ha sido cierto en la España democrática, lo es más que nunca desde aquella catástrofe nacional que fue el 11-M, jamás del todo aclarada.

La mayoría de los españoles acepta resignada esa armonía encanallada y mentirosa entre delito y poder, consciente de que cualquier denuncia o acción que pudiera alterarla conlleva inconvenientes en ocasiones muy serios.

Aquellos que piden, exigen o claman en España por el cumplimiento de las leyes y la Constitución son por ello héroes. Lo son los españoles que ayer intervinieron en un acto de exigencia y demanda, precisamente en favor de la ley y la dignidad de toda la sociedad española.

Se celebró en Madrid como homenaje a unos españoles ejemplares por su coraje cívico, esa virtud tan escasa en España. Organizado por las Fundaciones Valores y Sociedad y Villacisneros, allí estaban desde Ortega Lara, para mí el mayor héroe español vivo, a Consuelo Ordóñez, Jorge Campos que lucha por los valores constitucionales en Baleares; Mariano Goma y Josep Bou o Dolores Agenjo, tres grandes nombres de la firmeza constitucional frente al golpismo separatista.

Convocados como sociedad civil para animar a los españoles a romper esa maldición de huida al nicho de la comodidad del «no significarse» que recomiendan las madres en este país. Para movilizarse, no para pedir beneficios ni privilegios, para demandar el respeto a nuestras leyes y derechos comunes como españoles.

A liberarse de resignación y cobardía y unirse en ese coraje cívico a estos héroes españoles.

Frente a los sentimientos manipulados, la clave está en el coraje en defensa de la ley. Allí estaban ayer los héroes patriotas, con la habitual ausencia de toda la España oficial, la que no cumple su deber.

Vamos a necesitar la ley y a los héroes que la defiendan. Porque una vez más se habla de un acuerdo para Cataluña a mitad de camino entre lo que es por un lado el respeto a la Constitución y el castigo de los delincuentes, y por el otro, la consumación de un golpe de Estado para una Cataluña independiente. Es la misma solución tramposa que llevamos acordando desde 1978. Con los resultados conocidos.

Es tramposa ante todo porque la independencia es imposible. Es tan imprescindible dejar claro esto como lo es la aplicación estricta de la ley. Si la República no hubiera cometido estos mismos errores y hubiera aplicado todo el peso de la ley a los golpistas de 1934 es probable que no hubiera habido más. De haberse impuesto la ley, la historia de España habría sido otra más pacífica.

España nunca habría llegado a esa precariedad institucional entonces y ahora de haberse aplicado la ley desde un principio. Y si se hubiera aclarado ese siniestro malentendido sembrado por los nacionalistas, según el cual es posible una ruptura pacífica de España. No. No hay otra ruptura de España que la que nunca podrán conseguir por el uso de la fuerza.

Todos deben saber por tanto que la ley se impondrá. Pero para que esta convicción desaloje al malentendido, la sociedad debe movilizarse con sus héroes por «el fortalecimiento del coraje cívico en la defensa de España». Y entre todos obligar al poder político a cumplir con su deber y su juramento.

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